En los autobuses de la Habana no se sonríe y las faltas de respeto se gritan más alto que el reggaeton que suena en la radio del conductor. «¡Si estás embarazada no subas a la guagua, oooye!» Le exclama una chica a otra en el estrecho pasillo del vehículo donde todos nos amontonamos como podemos. A veces esas guaguas corren paralelas a los buses turísticos. Entonces un señor, apoltronado en su butaca, saca la cámara y se lleva de recuerdo un vehículo abarrotado de cubanos con gestos incómodos y caras resignadas.
Cuando los vehículos se separan, el turista sigue viendo desde su butaca la Cuba que los folletos turísticos le prometieron. Disfruta de las cascadas escondidas entre la selva, fotografía a las mulatas vestidas de colores con puros en sus labios, toma el sol en las playas de arena blanca y agua turquesa; se pasea en coches descapotables de los años sesenta pintados de rosa; bebe mojitos, daiquiris y cuba libres, baila salsa y viste guayaberas.
Los que siguen amontonados en el pasillo de la guagua, continuan en la Cuba de la doble moneda, la de los alimentos prohibidos. La que sufre la muerte de Fidel, la que continúa teniendo clases y se esconde en las bambalinas del gran teatro cubano.
La doble moneda
Se dice que el éxito de la Revolución se ve en las calles: En ellas no hay mendigos. Y es que poco se le puede mendigar a un cubano cuyo sueldo medio ronda los 20 dólares mensuales. Los pocos que salen a pedir dinero en la calle saben a quién hay que acercarse: A los turistas. Ellos son los que llevan CUCs en sus bolsillos y no la devaluada Moneda Nacional.
Con el afán de sacarle al turismo todo lo que Cuba no puede conseguir del bloqueado comercio exterior, se creó la doble moneda. Así comenzó el dolor de cabeza para los extranjeros y, sobre todo, para los cubanos.
[su_note note_color=»#ffffff» text_color=»#5b5a5a»]Para que te hagas una idea del abismo entre las dos monedas que circulan en Cuba, aquí tienes una pequeña lista de equivalencias del CUC y CUP o Moneda Nacional:
[su_list icon=»icon: angle-right» icon_color=»#dfc566″]
- 1 CUC = 26.50 CUP
- 1 CUC = 0.93 €
- 1 CUP = 0.035[/su_list]
[/su_note]
Al turista las limosnas se les exigen en forma de tasa no escrita. Los taxistas, por ejemplo, cargan un precio diferente al extranjero que depende de la habilidad del conductor para adivinar cuánto dinero has traído a su país. Además, lo que para los locales está en CUP, para los extranjeros se traduce directamente al CUC, ignorando todo lo que diga cualquier conversor de divisas. Así, el viejito que vende periódicos a 0.30 CUP, los ofrece al turista a 2 CUC. La lanchita que cuesta 0.10 CUP se cobra a 2 CUC si tienes cara de extranjero despistado. A los refrescos se les añade un dólar extra y algunos restaurantes juegan a tener un doble menú. Para los que viajamos administrando hasta el último céntimo y conociendo los precios locales, sortear cada intento de traducción ilegítima de los precios es agotador. Para el extranjero que cree que el precio duplicado del refresco sigue siendo barato, Cuba es un paraíso. Y él es el rey.
Los alimentos prohibidos
«Por matar una vaca te caen más años de cárcel que por matar a una persona». Pensé que era una afirmación exagerada de un cubano resentido por no poder llevarse una chuleta de res a la panza de vez en cuando, pero cuando la misma afirmación llegó de boca de otros cubanos, me extrañó que tanta gente se hubiera puesto de acuerdo para expresar la misma exageración.
El proteccionismo hacia las vacas llevó a los cubanos a cometer actos grotescos. «Hace unos años se solía amarrar las vacas a la vía del tren». Parece ser que ese era el único modo de comer carne de res sin acabar en la cárcel. Los retrasos aún más largos que deberían provocar las brutales matanzas de estos animales, debieron poner en alerta al gobierno, por lo que estas prácticas ya no son tan comunes.
Las mismas restricciones existen para la carne de langosta. Este animal es del estado y si un cubano se atreve a pescarlo por su cuenta, está embarcado. Aunque es comprensible que un gobierno quiera limitar la pesca de sus costas para proteger la fauna que vive en ellas, es un poco sospechoso que este marisco sea imposible de encontrar en las tiendas cubanas.
Tampoco se encuentra la carne de res.
¿A dónde van, entonces, las chuletas y las langostas?
A los platos de los turistas.
Algunos días, un camión recorre las calles de la Habana para vender a los cubanos los huesos que los extranjeros no queremos. A sus platos llegan las sobras de nuestra fiesta.
La muerte de Fidel
El sábado 26 de noviembre hacían un concierto en el teatro Alicia Alonso. Las entradas se llegaron a vender en cientos de euros, pero las pantallas que iban a colocar en la entrada del teatro permitirían que los cubanos también disfrutaran de la música.
La noche anterior al concierto murió Fidel. Se decretaron 9 días de luto. El festival afrocubano de Guanabacoa se suspendió, beber cerveza en público se consideró de mal gusto, la salsa dejó de sonar en los restaurantes, se anularon las fiestas de cumpleaños y se retiraron las pantallas del teatro Alicia Alonso. Pero el concierto no se suspendió. Se celebró para los extranjeros que habían gastado sus dólares en las carísimas entradas. La fiesta solo se acabó para los cubanos.
La incredulidad cubana ante esta diferencia de clases la manifestó un amigo: «¿Ellos se van de concierto y yo no puedo celebrar el cumpleaños de mi novia?»
Primera y tercera clase
Conocí a a Alexander y Yuniel pidiendo botella (la forma cubana de decir autostop) en la provincia de Sancti Spiritus. Cuando llegamos a Santa Clara, se empeñaron en sacarme un pasaje en Astro para la Habana, pues estos autobuses reservados para los cubanos son la forma más rápida y barata de moverse entre provincias, pero está vetada a los extranjeros que no residen en el país. Para nosotros están reservados los pasajes mucho más caros de Vía Azul.
Aunque parezca que esta segregación favorece a los cubanos, viajar en Astro no es fácil. Para conseguir una plaza en el autobús, hay que reservar un pasaje con meses de antelación. Los cubanos que no tienen reserva deben apuntarse a una lista de espera y rezar para que alguien haya anulado su pasaje.
Alexander me apuntó a la lista de espera con su nombre y carné de identidad a las 9 de la mañana y no conseguí un pasaje hasta las 8 de la noche. Durante esas once horas, la lista iba aumentando detrás de nosotros y varios autobuses de Vía Azul llegaron y se fueron casi vacíos. Se me ocurrió preguntar por qué no podían llenar esos asientos reservados a extranjeros con gente de la lista de espera para Astro. Alexander se encogió de hombros y comentó: «A veces he visto un Vía Azul con tan solo un pasajero.»
El gran teatro cubano
Una mañana, mientras aprendía las reglas del juego de cartas favorito de los cubanos (el capitalista), el periódico Granma llegó con la noticia de que Cuba había ingresado millones de dólares gracias al turismo en tan solo un semestre. «Mirad, ¡Cuba es un país rico! ¿De qué os quejáis?», exclamé con sorna. Mis compañeros de juego se rieron y voltearon la página con desdén, como si les doliera verla. Uno de ellos comentó: «Ya me gustaría ver a mí dónde va el dinero de los turistas. Tengo curiosidad por ver la cuenta de Raúl y Fidel.»
Dando un paseo por la Habana vieja se puede deducir que gran parte del dinero vuelve al turismo: En construir hoteles y en restaurar las calles. Mientras tanto, Guanabacoa, Regla y otros municipios ignorados por los extranjeros se derrumban tras el escenario de la Habana.
marinagaso dice
M’alegra saber que tantes coses viscudes, bones i no tan bones, t’han portat a aquest nivell de reflexio que ara pots exprimir al Blog.
Irene Garcia dice
I a mi m’alegra saber que ja has tornat a casa. Espero que aviat el Gilbe estigui amb tu. Per cert, trobo a faltar Cuba, encara que no t’ho creguis.
marinagaso dice
No m’ho crec!
Joanfrancesc dice
Ha estat una entrada genial, molt ben explicada la culpidora realitat de Cuba. Felicitats!!
Irene Garcia dice
Gràcies!
Cori dice
Hola! Estoy viajando a Cuba en enero y quería saber si es posible sacar CUCs de los cajeros automáticos con tarjeta de débito? O sólo es posible cambiar en las cadecas?
Irene Garcia dice
Hola Cori,
Sí que es posible, pero te cobrarán una comisión altísima. Yo te recomiendo que cambies el dinero en las cadecas o en el banco (el tipo de cambio suele ser el mismo). Si llevas dólares es mucho mejor que los cambies en la calle, porque la comisión en la cadeca también es muy alta para este tipo de divisa.
Cori dice
Gracias!!! 🙂
Oriol dice
Waw, una entrada impressionant. Pràcticament tot el que has exlicat és completament nou per a mi (i la majoria dels que et llegim), no es sol parlar a la tele ni enlloc del tema dels busos, ni de les llagostes protegides ni tots aquests detalls que són els que fan que la vida d’aquesta gent sigui el que és.
Irene Garcia dice
Cuba pot ser dues coses: El que mostren les gaències de turisme o la cuba dels cubans. Per a mí va resultar molt interessant descobrir la Cuba que viuen els cubans, sobre toto perquè és la més desconeguda. Va ser difícil adaptar-me als dos mesos de vida del país, però reconec que ara la trobo a faltar una miqueta.
Beatriz dice
Uff menudo relato, he leído en algún blog cosas sobre Cuba pero desde luego nada en donde se intuyese la realidad. Por favor, sigue así.
Irene Garcia dice
Gracias Bea! TEngo un montón de entradas sobre Cuba bajo la manga. Es un país que me ha dejado muy impactada, ¿se nota? ;P
Desarrollo Peregrino dice
Irene sabes que cuando fui a la Habana me sentí bastante incómoda por todas esas diferencias entre los turistas y locales que explicas. Y me di cuenta porque tuve la dicha de compartir con cubanos, quedarme en sus casas y de verdad me entristeció que vivan así. Cada vez menos me gusta el turismo a Cuba que hacen algunos para disrutar del retraso que viven… Pero bueno esperamos que vengan cambios para ellos…
Irene Garcia dice
De Cuba vi muchas cosas buenas y muchas otras que no me gustaron tanto. Entre ellas las diferencias entre turistas y cubanos. Creo que eso tiene que ver mucho con el turismo responsable y la forma en que intentamos que nuestros viajes no afecten de forma negativa a los locales. Pero en este caso me di cuenta de que también tiene que cómo un país gestiona su turismo. Vanagloriarse de haber creado un sistema socialista exitoso y luego crear esta diferencia entre extranjeros y cubanos me pareció contradictorio.
Desarrollo Peregrino dice
Exactamente, súper contradictorio! Saludos!