Mañana me voy de viaje. En 14 horas estaré en un avión y diez horas más tarde llegaré a Nueva york. ¿Por qué? Pues porque se me ha ocurrido la terrible idea de cruzar América de norte a sur; de Canadá a Ushuaia. Sola.
Mientras intentaba no llenar mi mochila con demasiadas tonterías, me he dado cuenta de que esta vez pesa más de lo normal. En ella se ha metido el miedo. O quizás siempre ha estado allí, solo que esta vez mis hombros lo notan un poco más pesado, más grande y más incontrolable.
Tú sabrás lo que haces
Hay una bola invisible de miedos, prejuicios y advertencias que cargo conmigo siempre que viajo. Parte de ella viene de fábrica. La he heredado. Me la colocaron bajo el brazo cuando nací y he ido engordándola con el paso de los años.
A pesar de todo he viajado con ella. A veces casi ni la noto, pero otras veces son los demás quienes parecen preocupados de que no me olvide de que la llevo encima, como una losa:
«Yo no iría a India sola. A saber lo que te puede pasar».
«¿Sabes que han matado a una chica en Cantabria que andaba sola como tú?»
«¿No tienes miedo a que te violen?»
«¿Seguro que quieres acampar aquí? ¿Y si se acerca alguien por la noche?»
«Lo que te pasó es para que no te confíes tanto. Tienes que ir con más cuidado».
Imagínate el esfuerzo que tiene que hacer mi brazo durante el minuto antes de salir de casa para llevarse todo ese peso a la espalda, o cómo se encogen los hombros cuando recuerdo la última frase de mi madre al enterarse del asesinato de Marina y María José en Montañita:
«Tú sabrás lo que haces».
Tú eres responsable
Marina y Maria José viajaban por Ecuador hasta que las mataron. Y así es cómo de repente dejaron de ser dos chicas de veintipocos años que disfrutaban de la vida a dos inconscientes que se metieron en problemas porque viajaban «solas». Y así es también como se han convertido en dos pequeños fantasmas que se han metido en mi mochila, recordándome que si decido cargármela a la espalda no solo estoy aceptando un riesgo inevitable, sino que también puedo ser juzgada y culpabilizada por lo que sea que me pueda pasar.
Como mi madre me dijo, yo sabré lo que hago.
El riesgo inevitable de viajar
Se ha escrito mucho sobre el crimen de Marina y María José. Para mí, lo mejor que se ha dicho está en este artículo de María Fernanda Ampuero. A mí me mata el asesino.
En él se expresa una idea sobre la violación que acepté hace ya unos años, cuando decidí ir a India sola a pesar de todas las advertencias:
[su_quote]Es un riesgo inevitable, es un riesgo que las mujeres deben tener en cuenta y correr si quieren salir de sus casas y circular libremente. Si te sucede, levántate, dust yourself, desempólvate, y pasa a otra cosa. Y si eso te da demasiado miedo, entonces quédate en casa de mamá y ocúpate de hacerte la manicura.
(…) Camille Paglia es, sin duda, la más controvertida, de todas las feministas americanas. Propone pensar la violación como un riesgo inevitable, inherente a nuestra condición femenina. Una libertad increíble de des-dramatización. (…) Paglia nos permitía imaginarnos como guerrilleras, no tanto responsables personalmente de algo que nos habíamos buscado, sino víctimas ordinarias de algo que podíamos esperar cuando se es mujer y se quiere correr el riesgo de salir al exterior.[/su_quote]
Todos los que viajamos aceptamos riesgos poco probables pero intrínsecos a esa actividad. Puede caerte una piedra mientras caminas por el monte, puedes enfermar por tomar comida callejera en mal estado e incluso un mosquito puede contagiarte el dengue. Todo eso y más puede pasar. Son advertencias que aparecen en letra pequeña en todos los contratos que firmamos mentalmente cuando decidimos salir con la mochila al hombro. Lo que pasa es que las mujeres tenemos cláusulas añadidas a ese contrato: Nos pueden violar, matar, meternos en una bolsa de basura y lanzarnos al río, como un desperdicio.
Es duro aceptar esta visión cruda de la mujer sola frente al mundo, pero a mí es la única que me permite soportar todo ese peso extra en la mochila. Si no lo creyera así, sería una ingenua.
Está bien que hablemos sobre no creer demasiado lo que cuentan los telediarios, explicar que el mundo está lleno de gente amable y que a veces la ayuda llega sin pedirla. Contar eso es bueno y cierto. Pero es necesario no olvidar que en el mundo habitan bestias y son ellas las que pueden convertir esa bola de miedos en un peso muerto.
Me gustaría no tener que oír lo valiente que soy cada vez que cuento mis viajes en solitario. Eso significaría que ese peso extra en mi mochila no existe. Mientras tanto no me queda otro remedio que cargarlo, porque la alternativa es deshacer la mochila, guardarla en un armario y quedarme en casa. Y esa es otra forma de morir.
Isabel dice
Gracias por escribir esto! Me identifico con todo lo que dices 🙂 Y me ha encantado el artículo de Yo viajo sola. Leer cosas así nos da ánimos para seguir viajando, a pesar de los riesgos tanto imaginados como potenciales. Un saludo!
Irene Garcia dice
Gracias Isabel. Me alegra leer tus palabras 🙂
Verónica Santiara dice
He estado leyendo varios blogs de mujeres viajeras, de aves que salieron de su jaula y andan libres.
Yo sueño, y pronto haré mis sueños realidad, no tienen idea de la fortaleza que me brindan al leerlas.
Gracias, infinitamente, gracias.
Tengo el presentimiento de que las encontraré en el camino y podré agradecerles en persona.
Me uniré al vuelo amigas.
Les abrazo y envío bendiciones.
Irene Garcia dice
Ánimo Verónica. Cumplir sueños es lo mejor que se puede hacer en este mundo. Me alegra saber que leernos te ayuda a seguir el camino que quieres.
Nos vemos en la ruta 😉
Un abrazo!
Diana Garcés dice
Guapa, tener miedo es inevitable, los tendrás en casa y los tendrás cuando viajes.
Así suene cruel: si es de vivir una violación, un robo, una agresión… bien la puedes vivir en la punta del mundo (sola o acompañada) o en la comodidad de tu casa (sola o protegida con tu familia).
Las cosas que has de vivir las vivirás si o sí, estés donde estés. Porque aunque cueste creerlo y aceptarlo y aunque el libre albedrío está presente, nuestra vida ya está marcada, las enseñanzas que viniste a aprender ya las has elegido desde antes. Ahora te toca ver cómo las vas a vivir y dependiendo de tus decisiones vendrán esas vivencias 🙂
No sé si es una teoría absurda pero es la que hace que vea la vida de una manera que a mí particularmente me gusta 🙂
Un abrazo guapa y sigue viviendo la vida según tus propias creencias 🙂
Irene dice
No soy de creer en un destino ni en una vida predeterminada desde el nacimiento, pero está claro que cualquier cosa te puede pasar al lado de casa o en la otra punta del mundo. Lo único que viajando existe la creencia de que estás más expuesta.
Sea así o no, la vida hay que vivirla. Con lo bueno que venga y con lo malo. Es la única manera de seguir adelante.
Un abrazo Diana!
Laia dice
Esta noticia nos a sacudido a todas. Yo también leí el artículo de Maria Fernanda Ampuero, y me quedé con esta frase «a mi me mata el asesino, no el que yo viaje sola». Esta frase, este artículo y todos los demás me despertaron muchos pensamientos y emociones que todavía no he conseguido poner en order.
Eso si, voy a seguir viajando, aunque sea con miedos en la mochila, porque como dices tu quedarse en casa sería otra forma de morir.
Que tengas muy buen viaje!
Irene dice
Gracias Laia!
Ahora que estoy en pleno viaje el peso se ha aligerado un poco, pero sigue ahí, como siempre. Pero en fin, el viaje siempre pone los hechos en perspectiva y ese es un buen ejercicio.
A pesar de todo, hay que seguir adelante.
Abrazo!!
Kairarebeca102 dice
La verfsd he viajado sola y el desfio ;que es lo que busco,siempre me hizo crecer y fortalecerme; es verdad que los miedos heredados ancestralmente se nos meten em el equipaje; pero andando caminos es como vamos venciendolos;lo que deberimos cambiar es moedo por conciencia de los riesgos que contingencias nos acechan ;. aprecio tambien los viajes grupales que me permiten compartir y.a la vez estar sola; las ganas de conocer cada vez me lleva más ;asi es el viajero
Irene dice
Totalmente de acuerdo. Más que miedo debe haber sentido común, aunque el miedo es un sentimiento tan irracional que se cuela en todas partes, se extiende y te paraliza antes de que te hayas dado cuenta de que llegó.
Pero como dices, enfrentándolo es la única manera de vencerlo.
Un abrazo!