¿Qué vas a hacer durante seis semanas en un lugar en el que apenas llega el wifi?, me preguntaron algunos a los que conté mis planes de pasar 42 días en Semuc Champey. La verdad es que, además de intercambiar algunas horas de trabajo por alojamiento y comida, no sabía en qué iba a gastar mi tiempo en la selva guatemalteca. Por si acaso me llevé cuadernos, bolígrafos y libros para recuperar los hábitos de dibujo y lectura que había perdido durante los últimos meses en México.
[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″]
Abro paréntesis:
(Sino conoces Semuc Champey, debes saber que este lugar se ha ganado la fama de ser uno de los más impresionantes de Guatemala por sus piscinas naturales en medio de la selva. Los sedimentos que se desprendieron de las montañas formaron una estructura sobre el rio Cahabon. Así pues, el agua que circula por encima de las pozas, no se mezcla con el agua del rio hasta que la estructura de piedra finaliza. Todo esto forma un espectacular circuito de cascadas y piscinas que, desde las alturas, se ve así:
) Cierro paréntesis.
[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″]
Me pasé dos horas apoyada en la barandilla de una panadería esperando a que una camioneta me llevara a Semuc Champey. Finalmente, cuando el cielo de Lanquín ya empezaba a oscurecer, el conductor de una pick up destartalada nos indicó a mí y a diez personas más que nos amontonáramos en la parte de atrás. Aferrada a la baranda de hierro y con los codos de una inglesa clavados en mis costillas, el coche empezó a abrirse camino a trompicones entre la selva.
Llegué a oscuras a un bar/restaurante/hostal llamado Utopia, con el propósito de trabajar allí durante 42 días. A excepción de la luz amarilla del bar, todo estaba envuelto de negro y de chicharras. No veía nada, pero intuía que las comodidades de Antigua e incluso del pequeño pueblo de Lanquín quedaban ya muy lejos. Cansada de 8 horas de viaje, me fui a dormir.
Y al amanecer, me encontré con esto:
Parece increíble que ya no sepamos qué hacer en medio de la naturaleza, alejados de los cafés, de internet y de las tiendas; lejos de todo lo que nos queda al alcance de un clic o a un par de pasos. Para mí, en ese momento, frente a ese paisaje, la respuesta a la pregunta sobre qué iba a hacer durante seis semanas en un lugar en el que apenas llega el wifi era obvia: Iba a disfrutar del paraíso.
Así pues, durante esas seis semanas en la selva me bañé en el río, perdí el asco a la libélulas, vi unas cuantas iguanas, a una serpiente cruzar el río y a una señora espantándola a pedradas. También aprendí a hacer cócteles, serví decenas de desayunos, descubrí nuevas canciones, me reí de la risa de Ariane, me reí de los comentarios de Lyla, descubrí algunos senderos con Carly y me sorprendí de la tranquilidad budista de Tarik. Aprendí cómo cultivar cacao y cómo convertirlo en chocolate; comí semillas de cacao crudas y me harté de chocolate. Dibujé, leí y vi Lawrence de Arabia. Aprendí más Photoshop y me animé a hacer experimentos fotográficos. Me bañé en las pozas de Semuc Champey, recorrí una cueva con la ayuda de una vela y una cuerda, leí El color púrpura, me ensimismé en hogueras nocturnas, escuché tres conciertos de marimba, me asusté de las chicharras, me intenté acostumbrar a las chicharras y grité dos veces cuando las cocineras me las lanzaban para reírse de mí. Aprendí un poco sobre pájaros, me asombré con las luciérnagas, dormí con una tarántula, me asusté al ver un escorpión, una legión de hormigas invadió mi habitación y aprendí un poco de quechi.
Durante 42 días en la selva fui feliz, y aunque mentiría si dijera que a veces no extrañaba tener un supermercado cerca o una conexión normal de wifi, la verdad es que la naturaleza me daba todo lo que necesitaba (¿acaso no nos lo ha dado siempre?). Pero lo más importante de ese lugar es que estaba lleno de gente que convertía ese paraíso en el mejor patio de juegos. Como dijo una vez un loco, la felicidad solo es real cuando se comparte.
Info útil para visitar Semuc Champey[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″]
[su_box title=»RESPETA LAS POZAS» box_color=»#ffffff» title_color=»#000000″ radius=»2″]Si visitas Semuc Champey, por favor, respeta las pozas siguiendo las siguientes normas no escritas de comportamiento en lugares naturales:
- No camines con calzado encima de las terrazas.
- No uses un protector solar químico o un repelente de insectos cuando vayas a meterte en el agua. Los quechis aún usan el agua del río para cocinar. No se la contamines.
- Si llevas comida y bebida durante tu excursión, procura recoger todos los restos, aunque sean orgánicos.[/su_box]
[su_list icon=»icon: angle-double-right» icon_color=»#dfc566″]
- Cómo llegar: Puedes llegar en chicken bus o shuttle bus. Si quieres viajar barato, te recomiendo la primera opción, pero si lo que quieres es evitarte transbordos durante tu viaje, opta por viajar en shuttle bus.
- En chicken bus desde Antigua: Bus hasta la Ciudad de Guatemala. Chicken bus hasta Cobán y un tercer chicken bus hasta Lanquín. Desde Lanquín hay varios servicios de pick up que, por 15Q te llevan a la zona de Semuc Champey.
- En shuttle bus desde Antigua: Los precios rondan los 200Q para llegar desde Antigua hasta Lanquín, si preguntas y regateas un poco, puedes bajar el precio hasta 120Q.
- Cómo moverse: Hay senderos para moverse por la zona del valle y también hay diferentes servicios de taxi compartido que por 20Q o 15Q te lleva a Lanquín o a la entrada de Semuc Champey.
- Dónde dormir: Acampar cuesta 25Q y un dormitorio puede salir por 65Q. En el pueblo de Lanquín suele haber opciones de alojamiento más baratas, pero la tranquilidad de la selva solo la encontrarás alojándote en la zona de Semuc Champey. Los hostales más populares son Greengos, Utopia Eco Hostel y El Muro.
- Voluntariado: Utopia Eco Hotel y El Muro aceptan voluntarios. Personalmente, mi experiencia como voluntaria en Utopia fue muy positiva. Aunque las horas de trabajo dependen de la cantidad de voluntarios que haya en el momento, recibíamos a cambio alojamiento, tres comidas, cuatro bebidas y acceso a los tours. La mayoría de los días el trabajo era tranquilo y había muy buena relación entre los voluntarios y los responsables del hostal.
- Dónde comer: En la entrada al parque hay numerosos restaurantes callejeros que ofrecen menús por 15Q . El pueblo de Lanquín también está lleno de opciones baratas.
- Qué hacer: Como he explicado en la entrada, es fácil imaginarse que muchos días en la naturaleza acaban por aburrirte, pero en realidad hay muchas cosas que hacer en Lanquín y el valle de Semuc Champey.
- Visita las pozas: La entrada al parque de Semuc Champey cuesta 50Q. Allí puedes pasar el día caminando por las diferentes terrazas del rio y escalar hasta el mirador para admirar las vistas.
- Cueva Kam’ba: Por 60Q puedes contratar a un guía para explorar una impresionante cueva llena de estalactitas y agua.
- Grutas de Lanquín: Cerca del pueblo hay unas grutas habitadas por murciélagos.
- Rio Cahabon: Este río cruza el valle de Semuc Champey y tiene rincones en los que el agua es suficientemente tranquila como para permitirte un chapuzón.
- Senderismo: En el valle de Semuc Champey hay varios caminos y senderos que te llevan por las montañas. Las vistas son impresionantes y por el camino puedes conocer cómo vive el pueblo quechi.
[/su_list]
Deja un comentario