«He meditado a menudo sobre la muerte y encuentro que es el menor de todos los males».
Francis Bacon
¿Qué sabía sobre el día de muertos antes de viajar a México? Poco más que esto: Los muertos regresan a visitar a sus familiares y los mexicanos les reciben con comida. Así de simples y escuetas eran mis ideas sobre esta celebración.
La sentía cercana al comparar su tradicional velada con la típica visita a los nichos familiares que hice con mi familia, pero al mismo tiempo se me hacía algo macabro imaginarme México cubierto de calaveritas y guiños humorísticos hacia la muerte. Con toda esa mezcla de imaginación, fotos y breves lecturas revoloteándome por la cabeza, decidí volver a México y quedarme unos cuantos meses más por el país hasta poder vivir el día de muertos en persona.
La ruta improvisada de estos últimos meses me llevaron a Oaxaca. Quién me iba a decir que México me iba a emocionar todavía más.
(Aunque también fue uno de los días en que peor me he sentido en mi vida… Mira el video):
Pero antes de continuar narrándote mi experiencia, pongámonos en contexto.
LOS ELEMENTOS DE UN DÍA DE MUERTOS OAXAQUEÑO[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″][/su_divider]
El día de muertos no se trata solamente de dar la bienvenida a los muertos con su comida favorita. Hay toda una serie de elementos que lo convierten en una tradición más compleja de la que se ve a simple vista y que deja en evidencia, no solo el origen prehispánico de esta festividad, sino también su sincretismo con la religión católica que impusieron los españoles en la población indígena.
El día de muertos se celebra tradicionalmente en casi toda la República con algunos elementos comunes que lo definen. Sin embargo, cada cultura prehispánica aportó sus propios detalles a la tradición. En mi caso, viví este día en Oaxaca de Juárez, que estuvo dominada por la cultura zapoteca. Por ello, algunos de los detalles que aquí explico puede ser que no aparezcan en la celebración de día de muertos de otras zonas de México.
CEMPASÚCHIL
Esta flor impregna México durante la última semana de octubre y los primeros días de noviembre. Todo tiene su olor ácido y el reflejo de su amarillo anaranjado. Sus pétalos indican el camino a los difuntos, por eso es imprescindible su presencia en todos los altares.
[su_box title=»Leyenda de la flor de Cempasúchil» box_color=»#ffffff» title_color=»#000000″ radius=»2″]Desde que eran niños, Xochilt y Huitzilin subían todas las tardes a lo alto de la montaña a llevarle flores a Tonatiuh. El sol parecía sonreír ante la pareja, que juró amarse más allá del tiempo y la muerte. Pero la guerra separó a los enamorados y Huitzilin murió en combate. Xóchitl, desesperada, subió a la montaña y le pidió a Tonatiuh que la uniera por siempre a Huitzlin. El sol extendió uno de sus rayos y convirtió a la joven en una flor de amarillo tan intenso como él mismo. Huitzilin, en forma de colibrí, se posó en el centro de la flor y al instante esta se abrió en decenas de pequeños pétalos de intenso aroma. Y así, Xóchitl y Huitzlin, estarán juntos siempre que existan la flor de cempasúchil y los colibríes.[/su_box]
CATRINA
La elegante calavera bautizada como Catrina apareció en México en los tiempos de Benito Juárez y, desde entonces, es la que añade el toque elegante y de humor a la tradición del día de muertos. Los mexicanos se disfrazan de Catrina para desfilar en las muerteadas (más abajo te cuento de qué se trata esto) y su imagen se estampa en las fachadas y paredes de algunos hogares.
Lee > Origen e historia de La Catrina
SANDUNGA
La Sandunga es la versión oaxaqueña de la Catrina. Esta vez, la calavera, en vez de estar ataviada al estilo europeo, se viste como una mujer tehuana, originaria del istmo de Tehuantepec. Aunque la Catrina domina el imaginario popular, en Oaxaca se puede encontrar esta calavera decorando algunos altares de muertos.
Escucha > La Sandunga por Chavela Vargas
PAN DE MUERTOS Y CHOCOLATE
El pan de muertos aparece en toda la república bajo la forma de un bollo con una forma de cruz horneada encima. En cambio, en Oaxaca el pan de muertos sigue siendo el pan tradicional que se come acompañado de una buena taza de chocolate o champurrado, pero con el añadido de una carita que representa el muerto.
Este es quizás el detalle más macabro de la festividad oaxaqueña. Da un poco de impresión pensar que estás remojando la representación de un muerto en el chocolate caliente, ¡pero no deja de estar delicioso! Además, tanto el pan como el chocolate se regalan durante el 1 y 2 de noviembre en el centro de las festividades de la ciudad, que suele ser el panteón general o el de Xochimilco.
MEZCAL
Oaxaca y el mezcal son inseparables, por eso no es de extrañar que el 2 de noviembre este licor esté tan presente en la noche del día de muertos. El mezcal se bebe durante esa noche, por una parte, para celebrar con el muerto su visita y, por otra, por simple placer. Aunque el origen de la relación del mezcal con el día de muertos no es otro que el de celebración, hay que reconocer que cada vez es más popular entre extranjeros y locales asistir a las fiestas que lo promocionan en cantidad en los antros de Oaxaca.
ALTARES
Los altares se preparan para recordar y dar la bienvenida a los muertos. En cada estado sus elementos varían, pero la base de todos ellos es cempasúchil, retratos de los muertos y la comida que más gustaba a los difuntos.
VELADAS
El 2 de noviembre a la noche se reúnen los familiares en el panteón donde están enterrados sus familiares y allí conviven con sus muertos hasta bien entrada la madrugada, comiendo y bebiendo animados por alguna banda.
MUERTEADAS
Durante los días que preceden al día de muertos, se organizan varias muerteadas en la ciudad. Estas consisten en desfiles de catrinas y calaveras animados por una banda. Se pasean por los callejones animando a la gente a seguirlos y gracias a su música y sus colores, esos días se convierten en algo más que la nostalgia de recordar a los que ya no están.
LA EMOCIÓN DEL DÍA DE MUERTOS[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″][/su_divider]
Los dos primeros días de noviembre siempre me han gustado por dos razones:
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- Las calles de Sabadell se llenan de olor a castañas y boniatos asados.
- El día 2 de noviembre es el cumpleaños de mi madre.
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Pero siempre me ha resultado extraña e incómoda esa tradición de ir a visitar las tumbas de los difuntos. Cuando tenía veinte años, recuerdo haber acompañado solo una vez a mi abuelo a visitar a sus muertos. Digo «sus» porque para mí, en aquel entonces, unos parientes a los que no había conocido en vida y se confundían en las historias familiares no representaban nada más que una visita formal. Luego murieron mis abuelos y el ritual cambió. Ahora nos tocaba a mis padres, a mi hermana y a mí visitar sus tumbas.
Esas visitas consistían en ubicar la tumba y, una vez allí, formarnos frente a ella sin saber muy bien qué se suponía que debíamos hacer. Yo intentaba adoptar una posición solemne pero desenfadada, pensando que quizás mis abuelos estaban allí arrojándome una sonrisa tierna desde la esquina. En mi mente les contaba lo que había sido mi vida ese último año y les pedía que nos cuidaran. Todo ello no dejaba de parecerme una superstición ingenua, pero no se me ocurría otra manera de aprovechar la visita.
No sabía que de algún modo estaba llevando a cabo parte del ritual del día de muertos mexicano.
Las muerteadas, los altares y las veladas de Oaxaca me hicieron pensar que mis abuelos quizás también nos visitaban los primeros días de noviembre (a pesar de que no hubiera cempasúchil que los guiara), pero a diferencia de los mexicanos, a nosotros nos encontraban parados frente a una lápida con las caras mustias.
A mi madre, las fotos y videos que vio en las stories de mi instagram, le parecieron macabras, pero supongo que es necesario estar en México para percibir algo más que un uso esperpéntico de las calaveras. A menudo se cree que el día de muertos es una desafío a la muerte. Sin embargo, la emoción que me transmitieron los familiares cantando al ritmo de la banda frente a las tumbas de sus familiares no la he sentido en todos estos años que he vivido el día de todos los santos a la manera tradicional catalana.
Lejos de perderle el respeto, el día de muertos me pareció una auténtica reverencia a la muerte, pero sobre todo a los difuntos. Las fotos en blanco y negro de algunos altares demostraban que los muertos de los abuelos también eran los muertos de sus nietos, expandiendo así el núcleo familiar hacia varias generaciones que se recordarán a pesar de no haberse conocido.
Yo quiero una muerte como la mexicana. Quiero que los difuntos de mis abuelos sean mis difuntos y quiero creer también que, además de estar presentes cada día que los pienso, vuelven a casa cuando se los recuerda en familia para decirnos que no hay que temer a la muerte, sino al olvido.
Que bonita experiencia, Irene! Que bueno que aclares que sólo estando en México se puede entender lo que significa la celebración del Día de muertos para los mexicanos. Y tus palabras no lo pudieron explicar mejor. Para nosotros los mexicanos, la familia es tan importante hasta en la misma muerte. Y eso es básicamente de lo que se trata todo aquí. El valor d el familia.
Gracias Yeni por tu comentario. Viniendo de una mexicana lo valoro más 🙂 Es una tradición preciosa, ojalá pueda vivirla más años desde otros estados.