Hace un par de semanas, un japonés de mediana edad que se alojaba en el hostal en el que trabajo alquiló una bicicleta y fue hacia el lago Liyu en busca de los Amis. Volvió a las cinco de la tarde, agotado y decepcionado porqué lo único que había visto eran campos de arroz y, evidentemente, un lago.
Yo también me lancé al encuentro de las tribus de Taiwán, aunque comencé por Shoufeng, un destino más cercano a la ciudad de Hualien que el lago Liyu. Como allí solo conseguí ver algunas casas ordinarias, campos de arroz, un hospital y una granja destinada al turismo familiar con tiendas dedicadas a algunas ciudades y regiones de España (¿?), decidí olvidarme de los Amis y buscar a los Truku en Toroko.
Caminé durante tres horas por una pendiente de treinta y cinco grados (sin tregua) para llegar a un pueblo llamado Dali, en el que solo había los restos de cuatro casas y una iglesia abandonada ocupada por montañeros muy amables que compartieron la sopa de fideos conmigo. Mi decepción no pude compartirla. Ellos ya sabían que allí ya no había ninguna tribu de Toroko. Habían llegado hasta la cima por el simple placer de disfrutar de unas bonitas vistas.
Una vez superada la decepción, decidí volver a buscar a los Amis. Según leí en la página oficial de turismo de Taiwán, cerca de Guangfu se encuentra el poblado Taibalang, habitado por Amis que «han preservado sus reliquias y cultura». Después de llegar a Guangfu en un lentísimo tren local, caminé unos dos kilómetros por la carretera hasta llegar a un pequeño pueblo con una iglesia y algunas casas aparentemente vacías y rodeadas de campos de arroz. Las únicas señales que me indicaban que había llegado a Taibalang eran la atalaya de madera decorada con la imagen de un cangrejo (el nombre del pueblo en lenguaje Amis hace referencia a este crustáceo), unas pocas casas tapiadas con tótems tallados en madera y los buzones con motivos aborígenes.
Dicen que a la tercera va la vencida y la verdad es que en ese tercer intento por acercarme a los aborígenes me había declarado derrotada. ¿Qué tribus esperaba encontrar en un país que ha visto pasar cuatro culturas tan diferentes entre ellas como son la portuguesa, la holandesa, la china y la japonesa? ¿De verdad creía que los Amis y los Truku seguirían manteniendo su forma de vida como si esos visitantes no hubieran interferido en sus tradiciones? Como respuesta a estas preguntas tienes mi permiso para darme una colleja, por ingenua.
Fui a Dali, Shoufeng y Guangfu con la única información de que el 2,2% de la población de Taiwán es aborigen y la mayor parte de ella vive en el este de la isla, obviando que con la llegada de los europeos y sus vecinos chinos y japoneses, sus tradiciones deberían haber sufrido una lenta agonía. Gran parte de sus tierras fueron arrebatadas y sus creencias animistas fueron sustituidas por el cristianismo. También fueron excluidos de la historia cuando se firmó el tratado entre China y Japón -que reconocía a Taiwán como territorio japonés- sin representación aborigen.
Bajo el gobierno de los japoneses, las tradiciones de estas tribus sufrieron otro golpe mortal: Se estigmatizaron los tatuajes faciales y buena parte de los pueblos de las montañas fueron forzados a trasladarse a las planícies para dedicarse a la agricultura. Con la derrota de los japoneses, la llegada del KMT y el nacimiento de la democracia, su vida tradicional ya no se recuperó. Las nuevas generaciones abandonaron los trabajos en el campo para convertirse en mano de obra en la ciudad y comenzaron a desarrollar una mayor fluidez en taiwanés y mandarín que en la lengua de sus abuelos. Además, la estructura política parlamentaria no consideró la representatividad de los jefes y líderes tribales.
Los que antaño fueron los únicos habitantes de Taiwán son hoy en día una minoría en la sociedad taiwanesa y uno de los grupos sociales más afectados por el desempleo. Sin embargo, parece que ha habido un renacimiento de la identidada aborigen. Se han reconocido catorce tribus y se ha animado a los jóvenes a recuperar los nombres y la lengua de sus antepasados. Además, películas como Seediq Bale han ayudado a crear una aureola romántica alrededor de las tribus que lucharon por mantener sus tradiciones frente la opresión japonesa y algunas canciones tradicionales aborígenes se han popularizado entre los taiwaneses.
Un caso curioso que popularizó la música Amis fue el de Difang e Igay Duana:
Su canción fue grabada para un proyecto del gobierno francés y luego fue utilizada por el grupo Enigma para crear Return to Innocence, ganándose por el camino una demanda por plagio. Lo irónico del asunto es que la versión que utilizan ahora para los espectáculos de danzas aborígenes de Hualien es la de la banda alemana.
Además de danzas, arte y música, en los panfletos turísticos de Hualien se habla de festivales e incluso de parques temáticos. Quizás debería haberme olvidado de Guangfu, Shoufeng y Dali y haber visitado desde un principio uno de esos «pueblos», pero me pierde el romanticismo. Yo no quería llegar en taxi a las puertas de un escenario en el que me recibiría gente danzando como si hubiera algún otro motivo para esos bailes que el de ofrecer un espectáculo a los turistas. Yo quería ver a los aborígenes desarrollando su vida diaria en el Taiwán del siglo XXI, y supongo que lo conseguí, aunque la realidad fuera una sonora bofetada contra mi ingenuidad.
Realment els pobles invasors deixen mes marca de la desitjada, pero en totes les civilizacions acaba pasan, una es menja a l’altre, Mira els Estats Units, que queda dels indis? Res!! Parcs tematics!! M’agradat molt el teu post, jo també hauria sigut un ingenu com tu buscant als veritables taiwanesos.
Ja ho sé que haguessis estat tan ingenu com jo, a algú he sortit!
Un article genial! M’ho he passat molt bé llegint-ho i m’ha sabut greu que s’acabés! És una mica trist veure com cultures riques quesin tan apartades que al final desapareguin o es transformin en altres coses… El parc temàtic hauria estat interessant per veure quina imatge volen donar…
Doncs ja saps, quan vinguis a Taiwan ves a la muntanya russa mentre els Amis et ballen una dança. 😉