Cuando vi en el mapa las palabras «palacio shan», pense que quizas Hsipaw era algo mas que sus trekkings, sus campos de arroz y sus poblados. Quizas el lugar era mas importante de lo que creia, por lo menos para los Shan. El nombre «palacio Shan» me evocaba la imagen de un gran edificio con un tejado puntiagudo, colorido y brillante. Una version pequena del palacio real de Bangkok. Pero nada de eso me encontre despues de diez minutos caminando bajo un sol abrasador.
En lugar de un edificio suntuoso, recargado con detalles dorados y con un gran tejado al estilo tradicional, me encontre con una mansion europea. Parecia la casa de un colono ingles que habia decidido traer la arquitectura de su pais a un pequeno pueblo de Birmania. Decepcionada pero con la esperanza de que esa fuera una casa cualquiera y que unos pasos mas alla apareciera, esplendoroso, el palacio shan, continue caminando hasta encontrarme con una senora risuena que, muy educadamente, me invito a mi y a otros dos extrangeros a visitar su palacio.

El recibidor no parecia el propio de una casa real. Era un lugar acogedor a medio camino de un hogar y un museo. Sobre los muebles habia un sinfin de fotografias expuestas de forma ordenada, y delante de ellas se encontraban unas sillas en las que Sao Sarm Hpong (de ahora en adelante llamada por su apodo ingles: senora Fern) nos invito a sentarnos. Parecia una reunion informal entre cuatro personas que acababan de conocerse, pero en realidad eramos tres extranjeros delante de un miembro de la familia real Shan.
La senora Fern es la esposa del senor Donald (Sao Oo Kya), sobrino del principe de Hsipaw. Ella y su marido son los unicos habitantes de la casa. La han cuidado desde que los principes abandonaron Hsipaw, y se han encargado de que ella y su historia no acabaran en ruinas invitando a los extranjeros a tomar el te en su salon. El gobierno no vio con buenos ojos que el matrimonio tratara con viajeros occidentales y les prohibio recibir viajeros si no conseguian el permiso de hotel o de agencia turistica. Su casa no era ni lo uno ni lo otro, asi que se vieron obligados a cerrar sus puertas.
Despues de un largo silencio, tras la aparente apertura del gobierno y la liberacion de Aung San Suu Kyi, pudieron volver a abrir sus puertas a extranjeros. Y alli estabamos nosotros, una chica de Barcelona, un abogado de Bolona y un estudiante de Dinamarca escuchando la historia de la princesa Sao Thusandi.
Sao Kya Seng no estaba destinado a ser el principe de Hsipaw, pues era el hijo menor del hermano del principe shan. Pero este murio sin hijos, trasladando asi la soberania del pueblo shan a la descendencia de su hermano y convirtiendo a su hijo menor en el nuevo soberano de los Shan. Asi fue como Sao Kya Seng se convirtio en principe y se traslado al palacio que su tio habia mandado construir con materiales importados de Europa, despues de que el antiguo palacio fuera bombardeado por los japoneses (ese si que era el palacio que habia imaginado).
Antes de ejercer su papel de principe, Sao Kya Seng se formo en Estados Unidos, donde se enamoro de una estudiante de intercambio austriaca llamada Inge. El amor llevo a que una joven europea que seguramente no tenia mas preocupaciones que estudiar y divertirse durante un tiempo al otro lado del oceano, acabara convirtiendose en la princesa de los Shan. La vida para Inge podria haber sido facil si se hubiera vuelto a Europa con su familia. Quizas habria sido menos dolorosa si no se hubiera unido a un pais condenado a una de las dictaduras mas ferreas.
Despues de la independencia de Birmania, parecia que el pais iba a tener una historia de progreso y democracia. A pesar de las nombrosas etnias, el sistema democratico comenzaba a funcionar, y el principe de Hsipaw representaba al pueblo Shan en el parlamento. Sin embargo, el sistema pronto demostro sus limites y Sao Kya Seng comenzo a expresar sus deseos de obtener mas autonomia para su pueblo. Un sistema federal para Myanmar le parecia lo mas adecuado.
Pero el golpe de estado del general Ne Win se encargo de silenciar sus ideas de emancipacion y, al mismo tiempo, de truncar su vida tranquila y familiar al lado de su mujer y sus dos hijas. El cuento de hadas que Inge parecia haber hecho realidad llego a su fin de forma tragica con el secuestro y encarcelamiento de su marido. Gracias a su pasaporte austriaco, ni ella ni sus hijas siguieron el destino del principe. Tenian un lugar al que huir.
La casa no quedo vacia. De ella se ocuparon Donald y su mujer. En ella han vivido hasta el dia de hoy, y lo seguiran haciendo hasta que la princesa o sus hijas decidan volver. Cuando se le pregunta a la senora Fern si alguna de ellas ha mostrado deseos de volver al palacio, su respuesta es firme: «No». Aunque es dificil que la senora Fern sepa lo que la princesa desea realmente, dado que tienen prohibido mantener el contacto, sabe que Sao Thusandi ha vuelto a Colorado para volver a ser Inge. Esta vez quiere vivir apaciblemente al lado de su marido americano. Ha trabajado de profesora, sus hijas se han criado en Estados Unidos y, aunque las tres escriben anualmente al gobierno para saber el paradero de su padre y marido, las tres saben que la respuesta «se encuentra desaparecido» es un eufemismo.
Quieren oir la verdad aunque sea amarga, e Inge no volvera a visitar a su pueblo hasta que la Junta Militar que asesino a su marido tenga el valor de reconocerlo. Sus hijas han visitado su antiguo hogar y el que fue su pais durante su infancia, pero los recuerdos son dolorosos. En Colorado han sido mas felices.
Entonces hay una pregunta que me inquieta: que pasara con el palacio cuando el senor Donald y la senora Fern ya no esten alli para ocuparse de el? Quien abrira sus puertas cada manana y contara su historia? Pero estoy convencida de que un pueblo que sigue hablando con orgullo de su princesa austriaca que vive en Colorado y se rie de la bandera de Myanmar (tiene los mismos colores que la bandera Shan pero sustituyendo la luna por una gran estrella) preguntando con sorna: «que es mas grande la luna o una estrella?», seguro que encuentra una respuesta.
Amb histories com aquesta és pel que val la pena viatjar per lliure, m’has recordat a les histories de «Terra dels homes» de Antoine de Saint Exupéry.
Malegro de que aquesta petita historia t’hagi recordat aquest gran llibre. Gràcies!
Alaaa que curiós tot!!
Molt interesant, esperem que no quedi en l’oblid!!
Waw… una historia impactant… m’ha encantat aquesta entrada 😉