He estado 34 dias en Tailandia y 15 de ellos los he pasado en Chiang Rai: una pequena ciudad; mejor dicho un pueblo grande, en el que los viajeros pasan un dia o dos y se trasladan rapidamente a Laos. Que he hecho entonces tantos dias en Chiang Rai? Esperar.
Mi banco decidio que mi tarjeta de debito debia pasar a ser Visa, por lo que envio la nueva tarjeta a mi casa en Sabadell sin tener en cuenta que me encuentro en Tailandia. Asi que tuve que elegir un lugar donde mi familia pudiera enviar esa nueva tarjeta. Como creia que la carta tardaria poco mas de una semana, me parecio que lo mejor seria esperar en Chiang Rai para viajar a Laos tan pronto como llegara.
Cuando llegue a Chiang Rai me encontre con una ciudad de edificios viejos, con un par de carreteras y un monton de escuelas. Pense que una semana en esta ciudad seria un suplicio y me consolo encontrarme con cuatro mercados (uno por la manana, otro por la noche y dos el fin de semana) que me mantendrian entretenida.
A todo ello hay que sumarle mi impaciencia enfermiza. Despues de tres meses moviendome de un lugar a otro y alargando mi estancia en algunas ciudades como maximo cinco dias, quedarme durante mas de una semana en una pequena ciudad esperando una carta que no sabia cuando llegaria me convirtio en una persona bastante insoportable.
Pero tuve la suerte de tropezar con una moto amarilla y reconocer a quien la manejaba: era Paul, un americano con el que intercambie cuatro palabras en un songthaew de Krabi y al que realmente no esperaba volver a ver nunca mas, aunque me despedi de el diciendole hasta pronto. Este reencuentro me llevo a dar una clase en una escuela de primaria para intentar conseguir un trabajo de profesora de ingles. Este reencuentro tambien me llevo a conocer a Chuck, uno de los pocos farangs que puede hablar tailandes sin que los locales hagan muecas indicandole que no le entienden. Y a Shaun, un gales orgulloso de su casa en las afueras de Chiang Rai que me invito a un pastel de chocolate y a una buena conversacion. A Jim de Bangkok, del que aprendi a entender el ritual de los templos; y a otro Jim, un nino de 68 que hizo el Camino de Santiago sin dinero para recaudar fondos para un orfanato.
Este grupo de locos consiguieron que Chiang Rai fuera mi hogar durante 15 dias. Ellos son los responsables de que, aun teniendo la carta ya en mis manos, me cueste tanto dejar esta ciudad. Son muchas las cosas que me han ensenado, entre ellas a querer un pequeno rincon del norte de Tailandia, y aunque al principio me rei cuando Paul me dijo que yo pertenecia a Chiang Rai, ahora me doy cuenta de que el se ha encargado de que eso fuera asi.
We miss you in Chiang Rai. What a fun spirit you are!
Miss you too! I smile when I remember you feeding the ostrich 😉
Has de donar gracies a EVO per haver-te fet parar una mica i que et coneguis millor. I has de valorar als que en la distancia hem tingut que aguantar la teva impaciencia!!
Que boniiic!! Bona diada!! :*