Una ciudad como Varanasi bien se merece una entrada en el blog, el problema es que no sé qué cómo escribir sobre ella. Porqué cuando una ve con sus propios ojos un lugar del que ha oído hablar tanto, entre todas las emociones que a una la embargan, que son muchas, se encuentra el desencanto. «Así que esto es Varanasi». «Así que estas son las famosas cremaciones». «Así que este es el famoso Ganges». «Así que así se bañan los hindúes en sus aguas».
Cuando llegué a Varanasi, la ciudad tuvo que retarse con mi Varanasi imaginario, construído a partir de la verborrea que había leído por internet y de los comentarios de otros viajeros. Mi Varanasi imaginario era un largo río con sus orillas cubiertas de un caos de cadáveres incinerándose, otros esperando su turno y decenas de hindúes dándose un baño o lavando su ropa. El Varanasi que vi es en cierto modo ese Varanasi sucio y caótico que imaginé, pero ese trozo de río es mucho más tranquilo que el de mi imaginación. Las cremaciones se mantienen restringidas en uno de los templos y una puede pasear por la orilla sin tropezarse con cadáveres y sin tener que esquivar a la gente que se toma un baño en el agua sagrada. Varanasi es un lugar suficientemente tranquilo como para relajarse a la orilla del Ganges y contemplar la vida y la muerte pasar.
Porqué si algo sorprende en Varanasi no es el tamaño de sus vacas, que también, si no la difusa línea que separa la vida y la muerte. Para ilustrarlo con un ejemplo, imagínate a un grupo de hombres esperando que el brahman incinere el montículo de madera que cubre el cadáver. Imagina también seis hogueras y a un pie sobresaliendo del fuego en una de ellas; a un hombre agitando con un palo una calavera que no ha acabado de incinerarse y, mientras tanto, a pocos metros, un grupo de niños saltando, gritando y riendo en las aguas de la madre Ganga.
Fui a Varanasi por sus famosas cremaciones y las observé con el poco asombro que me quedaba después de esforzarme en construir mi Varanasi imaginario. Pero nadie me había hablado del Varanasi que hay más allá de las orillas del río. El que se esconde en las callejuelas, en las cometas que sobrevuelan las terrazas al atardecer, en el templo con simpáticos sadus que te invitan a hacer las ofrendas matutinas a Krishna. El Varanasi de lassis deliciosos, de vendedores cotillas que te gritan «¡Hola! I know you! Where are your friends?» y de niños irreverentes que si no consiguen cinco rupias te piden una foto. Ese es el Varanasi que derrotó a mi Varanasi imaginario y del que me fui con la promesa de volver.
Advertencia: Este texto puede resultar dañino para su futura experiencia personal de Vanarasi. Se recomienda leerlo con precaución, pues la autora ha reflejado en él la huella que ha dejado en ella una ciudad que recibe centenares de turistas al año, cada uno de los cuales recrea en su memoria una Varanasi personal a partir de sus experiencias vividas en la ciudad. No pierda el tiempo construyendo un Varanasi imaginario. Vaya a verla con sus propios ojos.
Buenas,
Varanasi me enamoró, sus calles, el Ganges, el ambiente, las vacas saturando las callejuelas… es una ciudad con una energía especial.
Yo nunca me hice una idea de Varanasi en mi mente, pero la ciudad no me decepcionó. Simplemente hay que pasar por allí aunque sea una vez en la vida.
Saludos,
Miriam
Oí hablar tanto de esta ciudad que al final no pude evitar hacerme una idea. Luego la realidad siempre lo supera todo jaja
Abrazo!
Sire, feia molt que no t’escribia, sorry, ha estat una temporada molt estranya. L’article m’ha encantat, les fotos són precioses com sempre i Varanasi pel que expliques sembla màgic, tota una ciutat amb una filosofia de viure molt especial. No sé si m’encantaria anar-hi o em faria cosa… no m’ha deixat indiferent la entrada que has fet. Felicitats!
Gràcies Uri per passar-te. Et trobava a faltar 😉 Varanasi no és una ciutat fàcil, però és India en tot el seu esplendor.
Quins contrastos! La teva fotografia amb la serp, com et vas atrevir!! Li vas tocar la flauta també? Veig que cada cop estas mes integrada ja vas amb tunica i tot!!
Jo no li toco la flauta a ningú! I no és una túnica, és una samarreta 😉
Tu Varanasi se parece mucho al mío! 🙂 Yo tb tendré que volver para ver a mis amigos!
Esa ciudad atrapa, verdad? Hasta echo de menos a los pesados que te piden donaciones en el río.
jajaja y yo tb! Sobre todo a uno que aparecía siempre , en cualquier calle para ofrecerse a llevarnos al Alibabá y a comprar «pantalón chulo» 😀