Estos tres dias no he estado en Bangkok. Mi cuerpo duerme en una calle paralela a Khaosan Road y por las noches pasea entre los puestos de comida, entre los vendedores de escorpiones fritos y los falsificadores de documentación. Durante el día también ha podido visitar el palacio real y ha navegado por el río. Pero mi mente ha estado demasiado ocupada previajando por Myanmar para darse cuenta de ello.
Acostumbrada a no planear nada, se esfuerza torpemente para que no se le escapen los detalles de un viaje que parece que no va a ser fácil. Pero comete errores graves, como presentarse ante la embajada sin los bahts suficientes para el visado. Y se ofusca porqué no encuentra hostales baratos para la primera noche en Mandalay. Se asusta leyendo comentarios sobre las «terribles» experiencias de viajeros que no han conseguido habitaciones en Myanmar o que las han tenido que pagar a precio de oro; y se escandaliza cuando la gruesa mujer india de la agencia de viajes solo encuentra un hotel por 30$ disponible en Mandalay.
Los problemas para encontrar dólares nuevos, sin manchas ni pliegues, la mantienen ocupada. «No tenemos dólares» le dice un banco. «Tenemos dólares pero no los que quiere Myanmar» le dice otro. Y así va paseando de banco en banco hasta que uno le da la solución: «Ve a Superrich». Y por fin consigue dólares nuevos que, a partir de ahora, deberá conservar como si fueran su propia vida. Pensar que durante quince días le tocará cuidar de 20 trozos de papel estampado como si fueran sus bebés le vuelve medio loca, pero recupera la cordura al leer un cartel de camino a la embajada de Myanmar (el único camino que no necesita consultar en el mapa): «El pasado es historia. El futuro es un misterio. El presente es un regalo».
De repente se da cuenta que ha estado dos días preocupándose de un misterio: Myanmar. Y se ha olvidado de desenvolver el regalo que se le presentó el 29 de junio a las 6 de la mañana, cuando su cuerpo puso los pies en khaosan road, pero ella ya estaba preguntándose cómo llegar a la embajada de Myanmar. Sus ojos han visto templos, turistas borrachos, masagistas en cada esquina, mercados que venden cualquier cosa que puedas imaginar, la montaña dorada al anochecer… Y ella no les ha prestado atención.
Ya ha llegado la hora de quitarle el envoltorio a Bangkok, de fijarse en el monge que, con una botella de Coca Cola en la mano, regatea el precio de una medallita en el mercado. Y de maravillarse con la forma de los tejados, el brillo de los templos; con el atardecer en el río. Hoy el regalo es Bangkok. El 3 de agosto lo será Myanmar.
Sire! m’encanten els teus posts. CAda dia que passa redactes millor i millor, i aconsegueixes que aquest viatge sigui una mica el viatge de tots fent que per una estoneta ens trobem amb tu mentre anem llegint-ho. EN volem més! ^_^
Gracies Uri!!! Intento pujarne un cada setmana, pero es dificil sense ordinador… A veure si aviat parlo de Myanmar.
Buenísimo 🙂 Carteles que aparecen resignificados y resignifican el resto de las cosas! Éxitos y que sigas disfrutando de todo
Clar que sí!! Viu el dia a dia!! Gaudeix-looo!!
Veig que cada experiència et fa descobrir coses noves, els petits señals que vagis trobant pel camí poden ser grans lliçons! Molts petons germana!
Cada cop milloras la teva forma d’escriure, ara has utilitzat la tercera persona per parlar de tu mateixa, ha estat molt curios pero molt maco. Segueix xalant, com diuen aqui a Menorca.