Estas son las preguntas que más me cuesta responder cuando vuelvo de viaje:
[su_list icon=»icon: angle-right» icon_color=»#dfc566″]
- ¿Qué país te ha gustado más?
- ¿Cuál ha sido la mejor experiencia?
- ¿Cómo te ha cambiado el viaje por dentro?
[/su_list]
No he escrito esta lista siguiendo un orden descendiente de dificultad, aunque si lo hubiese hecho así, la última pregunta debería estar en la primera posición.
¿CÓMO TE HA CAMBIADO EL VIAJE POR DENTRO?
Esta pregunta podría reformularse de muchas otras manera, como por ejemplo:
[su_list icon=»icon: angle-right» icon_color=»#dfc566″]
- ¿Has vivido alguna experiencia transformadora?
- ¿Has conseguido aclarar tus ideas?
- ¿Te has encontrado a ti misma?
[/su_list]
Cualquiera de estas variantes me deja sin respuesta porque creo que nunca emprendí ninguno de mis viajes con el objetivo de encontrarme a mí misma. Si lo hice, tampoco me preocupó no haberlo conseguido. Si he viajado y continuo viajando no es para encontrar mi camino, ni para saber de una vez por todas lo que quiero hacer con mi vida. Viajo por curiosidad de mundo; por el simple placer de viajar, y no creo que el viaje (ni la vida) tenga otro fin que que el viaje (o la vida) en sí mismo.
Aunque no niego que haya aprendido mucho durante mis viajes, estos no me han solucionado la vida. Por eso no puedo evitar leer con escepticismo todos esos escritos en papel o en pantalla que te animan a viajar para saber, por fin, quién eres y cuál es tu propósito en la vida. No dudo que sus autores hayan vivido esa experiencia en sus viajes y seguro que hay muchas historias reales por ahí de viajeros que comenzaron un viaje en un momento oscuro de sus vidas y consiguieron encontrar un poco de paz en el camino.
De hecho la literatura de viajes está llena de ese tipo de experiencias. Cheryl Strayed, por ejemplo, en su libro titulado Salvaje, relata su travesía a pie por el oeste de Estados Unidos tras la muerte de su madre y un divorcio difícil. Into the Wild cuenta la historia de Christopher McCandles, un chico que decide renunciar a todo para ir en busca de sí mismo en la naturaleza de Alaska. Mirando unos cuantos siglos atrás, son varios los místicos que emprendieron grandes viajes en solitario para encontrarse con Dios o, dicho de otro modo, la naturaleza divina que reside en nosotros. Jesucristo se fue a vivir una temporada al desierto, un adolescente Mahoma viajó por Asia central y Gurú Nanak dedicó gran parte de su vida a viajar a pie por oriente.
El imaginario colectivo está lleno de historias de viajeros que encuentran las respuestas de la vida en el camino y eso influye en todos nosotros. Incluso en una escéptica como yo, que decidió llamar a su blog Crónicas de una argonauta, en honor a esos marineros griegos que se lanzaron al movimiento de las olas del mar en busca de algo. Ellos lo llamaron el velloncino de oro. Yo no le he puesto nombre y he dejado de buscarle uno.
VIAJAR: TAMBIÉN CONOCIDO COMO EL MILAGRO DE ENCONTRARSE A UNO MISMO
Leer textos que aseguran que viajar es una experiencia profundamente transformadora (e incluso puede convertirte en mejor persona) me produce incomodidad porque, en primer lugar, no siento que yo sea mejor que nadie por tener tres años de viaje a mis espaldas. Es más, sigo tan perdida como cualquiera. Y, en segundo lugar, porque he conocido viajeros cuyo mundo interior es más turbulento que las cascadas del Niágara.
Vender el viaje como una solución a los problemas vitales es una idea bonita pero peligrosa. Me parece bonita porque es tranquilizador imaginar que hay una solución para nuestro lío mental esperándonos ahí afuera. Pero puede se peligrosa porque causa cierto desasosiego y desesperanza en todos los viajeros que volvemos a casa una y otra vez sin saber qué se supone que debemos hacer con nuestras vidas. ¿Estaremos viajando mal? ¿Somos un caso perdido?
La única verdad (si se le puede llamar así) que he aprendido viajando es que si estás mal en casa, lo más probable es que estés mal en todas partes. Muchas de las ansiedades, miedos e inseguridades que he sentido desde la cómoda almohada de mi cama me han perseguido hasta lugares remotos de India y China, consiguiendo en algunos casos incluso fastidiarme el viaje. No encontré la solución a esos problemas, simplemente los dejé pasar, pero aprendí que esperar que el viaje actuara como medicina es como esconder el polvo debajo de la alfombra. Al fin y al cabo la vida es un viaje y los fantasmas que en ella encuentras te persiguen incluso cuando estás en movimiento.
Viajando no he acabado con mis inseguridades de un plumazo. Algunas de ellas las he relativizado, sí, pero te aseguro que he descubierto algunas nuevas que no sabía que tenía por ahí escondidas. De viaje también hay días en los que siento estrés, frustración y sobrepreocupaciones inútiles por el futuro, y sigo conservando la manía de ofuscarme con problemas ridículos.
No me canso de repetir que no hacer falta ser un superhéroe para emprender un gran viaje, pero quizás también hay que aclarar que viajar tampoco te convierte en uno. Por eso, desde este blog que no se cansa de animarte a viajar, aprovecho para lanzar una pequeña nota a pie de página que advierte que viajar no te dará todas las respuestas que buscas, pero puede que haga algo mejor: Llenarte de preguntas.
[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″][/su_divider]
[su_row][su_column size=»1/3″][/su_column] [su_column size=»2/3″]
[su_quote]Escogí la ruta menos viajada. Ahora, ¿dónde diablos estoy?[/su_quote][/su_column][/su_row]
Kasia & Victor por el mundo dice
Irene, me identifico mucho con lo que acabo de leer arriba.
También pienso que se ha creado un tópico y supongo que tiene mucho que ver con moda de viajar. Viajar no soluciona los problemas, no te da soluciones y no facilta la vida. Desde luego te puede complicar la vida o cambiarla, para mejor y para peor. Soy de la opinión que viajar no siempre es fácil, pero igual justo por eso lo sigo haciendo. Si fuera tan fácil y solucionaria todos los problemas, no seguiriamos viajando, no?
Por otro lado, te abre las puertas. Sea para conocer gente, culturas, idiomas, cocinas, paisajes y todo que te puede servir de inspiración y oportunidad. Viajando conoci a mi marido, pero al mismo perdi a amigos. Estando fuera de casa durante tanto tiempo, te aleja de muchas cosas y… personas. Aunque esté skype y whatsapp, tu vida viajando y la de tus amigos con sus trabajos y familias ya no tienen mucho en comun. En fin, es un tema largo…
Bueno, y lo de encontrarse a uno mismo… Ya lo habia escrito en otro blog y creo que en el mio también, pero nosotros viajamos para perdernos y no para encontrarnos 😉
Un saludo desde Bangkok, K.
Irene Garcia dice
Hola Kasia!
Así es. Hay demasiado literatura que te vende el viaje como la solución a todos los males y, a mí, me parece un poco peligroso. Lo de los amigos es inevitable. Yo no considero que los haya perdido, pero sí que la relación cambia inevitablemente, aunque sepa que de algún modo están ahí, hay algunos hilos que antes nos unían y ahora ya no lo hacen.
En la vida no se puede tener todo 😉
Un saludo y disfrutad de Tailandia!
Freddy dice
Hola. El verdadero viaje estimo que es el » de reencarnacion en reencarnacion». Despues los que hacemos en el planeta a distintos sitios es solo movernos para salir de la rutina. Si tal vez algo singular son aquellos ( me incluyo) que han resuelto ser nomadas por el resto de una vida. Es tener la concepcion que este planeta es el hogar temporal…el camino para ser mas preciso. Y ello si es in cambio porque es ganar una de las grandes batallas en la evolucion indovidual: eliminar apegos. Y esto si humildemente lo considero un gran paso…un gran cambio.
Irene Garcia dice
Hola Freddy!
Cada uno vive la vida como puede y como mejor sabe. Si tú has decidido ser nómada y vivir sin apegos, felicidades por ello y espero que seas muy feliz en ese camino.
Un gran abrazo!
Andy dice
Al fin alguien que dice la verdad! Jajaja
Exactamente me pasa eso.. Estoy más perdida ahora que volví de un viaje largo que antes de irme, de hecho antes estaba muy bien, cómoda, feliz con mi vida, pero hacer un viaje largo era uno de mis sueños, asíque me fui.
Lo que sí creo que viajar sola por un tiempo largo hace que te conozcas mejor y aprendas mucho de uno y de las experiencias en el camino y al estar lejos, y no estar rodeada de tu gente reflexionas mucho y de otra perspectiva, pero no creo que sea un remedio para solucionar tu vida, de hecho es como decís… Se puede complicar más jaja
Buena nota!
Irene Garcia dice
Hola Andy!
Está claro que viajar te enseña algo de la vida. Pero de ahí a encontrarse a uno mismo (aún no tengo muy claro qué significa eso) hay un trecho.
Gracias por pasarte por aquí.
Un abrazo!
Joanfrancesc dice
Viatjar dona un altre sentit a la vida et fa, de forma insconcient, fer servir tos els sentits i t’amplia la ment al veure la diversitat i que no tot es com sempre veiem.
Irene Garcia dice
Sí, això no ho nego. Però , tot i que t’ensenya moltes coses, no és un remei miraculós i a vegades ens ho venen com a tal.