Me cuesta mucho hacer recuentos anuales por dos razones: No tengo la costumbre de mirar hacia el pasado y suelo perder la noción de los años. Es decir, a veces creo que un viaje lo comencé en el 2012, por ejemplo, y en realidad lo hice en el 2013. A pesar de ello, este año he decidido hacer el esfuerzo de echar la vista atrás y hacer una recopilación particular: Los peores momentos del 2016. Pero no unos peores momentos cualquiera, sino aquellos que en realidad han traído consigo algo bueno o por lo menos alguna lección que aprender.
Ahí van, entonces, mis 12 mejores peores días del 2016:
1. EL DÍA EN EL QUE VOLVÍ A FRACASAR LABORALMENTE
Andrea me avisó de que en el trabajo de una amiga buscaban a una recepcionista. Fui a la entrevista sin muchas esperanzas, pero acabé superando los tres primeros procesos de selección. Sin embargo decidieron no quedarse conmigo. Lloré un poco. Nunca había llegado tan lejos en procesos de selección tan largos y las condiciones y el sueldo me llamaban la atención. Pero las lágrimas duraron poquito porque, momentos después, resolví irme de viaje a América sin fecha de regreso. Otra vez decidía comenzar un gran viaje después de un fracaso laboral. No sé si esa tendencia es digna de un estudio psiquiátrico, pero lo que sí sé es que los fracasos laborales me hacen tomar buenas decisiones.
2. EL DÍA EN QUE CASI ME QUEDO EN CASA
Cuando llegué al aeropuerto de Barcelona, con mi pasaporte en una mano y el ESTA en la otra, me dijeron que no podía embarcar sin un billete de salida. El proyecto de salir de Estados Unidos en autobús hacia Canadá no les convencía. Era absolutamente necesario un billete de salida a un país no fronterizo. Después de regañar al pobre chico que solo cumplía con su trabajo por no especificar esas reglas en la compra del billete de avión, resolví quedarme en casa. Sí. Te prometo que por un momento me dije: «Está bien, al carajo el viaje. Me voy a casa.» Pero entré en razón y decidí agotar todos los cartuchos antes de volver definitivamente a casa con mis padres.
Encontré un vuelo a El Salvador desde Houston por tan solo 50$. El comprobante de la reserva fue suficiente para convencer a la aerolínea de que no me deportarían en la frontera de Estados Unidos. Así fue como comencé mi viaje por Asia de norte a sur; pensando en volver a casa ante el primer problema. Con esa actitud, aún me sorprendo que ahora esté escribiendo estas líneas desde el Caribe mexicano.
3. EL DÍA EN QUE ME RESCATARON EN OTTAWA
Cuando Ariane me dejó en uno de los parques cercanos al río que cruza la ciudad de Ottawa, no sabía que me estaba recomendando uno de los peores sitios en los que acampar. Era un lugar espaciado, enorme y aparentemente tranquilo. En cada esquina había pequeñas barbacoas para las reuniones familiares al aire libre y pensé que sería buena idea poner la carpa al lado de una de ellas. Otros chicos pensaron que sería también buena idea cocinar unas hamburguesas, fumarse unos porros y beber una botella de whisky al lado de mi carpa. El parque era enorme, pero por alguna razón ellos habían resuelto que ese era el mejor lugar.
Mientras me preguntaba si sería mejor trasladarme (¿a dónde?), oí otros pasos.
– ¿Quién hay allí?
Los chicos de la barbacoa, sin dejar su botella de whisky, respondieron que había una chica extranjera. Y esa chica extranjera pensó: «O no, otro más para la fiesta no, por favor…»
Por la rejilla de mi carpa aparecieron dos ojos redondos y grandes que se presentaron como el marido de Ariane.
– Esta no es una buena zona y no podía dormir sabiendo que Ariane te había dejado aquí. Ven a casa a dormir.
Creo que nunca recogí la carpa tan rápido y tan mal al mismo tiempo. Dije adiós a los chicos del whisky y pasé la noche cocinando tortilla de patatas, riendo, bebiendo y durmiendo en el acogedor salón de su apartamento.
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4. EL DÍA EN QUE DORMÍ EN UN BAÑO PÚBLICO
La noche en que llegué al lago Louise tenía tres opciones:
a) Pedir habitación en la única opción de alojamiento disponible cerca del lago: Un hotel de cinco estrellas.
b) Acampar en el bosque
c) Dormir en los baños públicos.
¿Adivinas qué opción escogí? (la adivinanza no es difícil cuando la respuesta está en el titulillo.)
Efectivamente, escogí la opción c y fue mi segunda peor noche del año 2016 (la primera te la cuento más adelante). No quise acampar por miedo a los osos y a los coyotes y preferí la incomodidad de un banquito de madera, el olor a orines y las luces permanentemente encendidas. Me alegré mucho cuando comenzó a amanecer, sobre todo porque al salir del baño me encontré con el lago convertido en un auténtico espejo. Podría decirse que esa fue una de las mejores imágenes del 2016.
5. EL DÍA EN QUE SE CAYÓ LA ESCALERA
Nunca había recogido cerezas en mi vida y mucho menos en árboles tan altos. Por eso ese día peleé durante siete horas para acabar acumulando solamente siete cajas, que traducidas a dólares canadienses son 35$. Lo peor no fue el poco dinero que gané después de tanto esfuerzo, si no las dos veces en las que la escalera se desmoronó bajo mis pies y me quedé colgando de una rama.
Pensándolo bien, este año podría haber sido el año del peor accidente laboral de mi vida (que además me sorprendería sin seguro de viajes), pero, si los ángeles de la guarda existen, el mío no me abandonó ese día. Además, el susto me enseñó cómo colocar bien la escalera.
Lee > Cómo trabajar en Canadá
6. EL DÍA EN EL QUE PERDÍ EL TIEMPO
Recogiendo cerezas a veces tienes la engañosa sensación de que estás trabajando por tu cuenta. De ti depende cómo recojas la fruta y cuántas cajas hagas al día. Sin embargo, a veces aparece el jefe comprobando que haces bien tu trabajo o algún compañero, autroplocamado encargado del campo, te manda repasar cada árbol para comprobar que no te has dejado ni una cereza. Como hacerte perder el tiempo así no es suficiente, además le comenta al jefe sobre las cerezas que te has dejado en algunas ramas y, si te ve casi llorar de rabia, entonces te regala una de sus cajas en señal de paz.
La caja no ayudó a que el chico me cayera más simpático, pero debo reconocer que no estaba haciendo bien mi trabajo y, aunque tuve que perder tiempo repasando viejos árboles, conseguí llegar a mi meta de 100$CAD diarios.
7. EL DÍA EN EL QUE ESPERÉ SEIS HORAS EN LA CARRETERA
En Keremeos fue la primera vez que hice autoestop por Canadá en compañía. A. se unió al reto de llegar a Vancouver en autostop para cruzar la frontera a Estados Unidos y yo pensé que, viajando con un chico, el reto iba a ser bastante sencillo. Nos levantamos a las cuatro de la mañana porque creía que los granjeros que salían a esa hora se animarían a llevarnos a Vancouver.
Esperamos más de seis horas.
Alrededor de las doce una furgoneta paró y nosotros la miramos incrédulos. El conductor nos preguntó si íbamos a subir dado que no nos atrevíamos a mover ni las mochilas. Finalmente salimos de Keremeos y continuamos la ruta por diferentes pueblos de British Columbia. Llegamos a Vancouver en autobús porque el último señor nos dejó en un mal lugar.
Cruzar Canadá en autostop acabó y no acabó de la mejor manera posible. Tomé un autObús, pero también terminé el viaje por Canadá en buena compañía.
Lee > Cómo cruzar Canadá en autostop
8. EL DÍA EN EL QUE ALGÚN ANIMAL SE COMIÓ MIS GALLETAS
Ya te conté lo difícil que fue acampar en Yosemite. ¿Te acuerdas que acabé escondiendo mi carpa en medio del bosque? Seguí las normas lo mejor que pude e incluso escondí la comida y la pasta de dientes en la cajita antiosos. Tenía unas galletas que guardaba con ilusión para afrontar los kilómetros que debía recorrer por la mañana, pero no me cabían en la cajita, así que tuve que dejarlas al pie del árbol y confiar en que el envoltorio de plástico las protegería.
A la mañana siguiente no tenía galletas, ni envoltorio ni nada. No lo sentí por haberme quedado sin galletas, sino por el plástico que se quedó en ese trozo de bosque o en el estómago del pobre animal que vino a por el desayuno. Aprendí la lección: Fuera de la carpa no se deja nada y mucho menos comida que está envuelta en plástico.
9. EL DÍA EN QUE ME DESPEDÍ DE MIS PADRES OTRA VEZ
Creo que el aeropuerto que más he visitado en mi vida es el de la Habana (y el de San Francisco, pero esa es otra historia). Allí llegué a Cuba, allí fui a recibir a mis padres y allí también los despedí. Fue raro estar al otro lado del aeropuerto. Normalmente era yo quien me despedía alargando el brazo lo más que podía detrás de la frontera de policías y escáners. Ahora era yo la que se quedaba viendo cómo ellos se alejaban. Qué mal se pasa en ese lado del aeropuerto.
10. EL DÍA EN QUE MI HERMANA TUVO ZIKA
Toda la historia sobre lo que pasó cuando mi hermana se enfermó de zika en Cuba está aquí. Si la lees, comprenderás lo impotente que me sentí. Aunque debo confesar que fue interesante ser testigo del surrealismo cubano en su máxima expresión. A pesar de las horas sin dormir, del estrés y de los enfados, al final todo salió bien y ahora tengo una buena historia que contar.
11. EL DÍA EN QUE DORMÍ BAJO UN PUENTE
No crucé Cuba en autostop (otro fracaso para este 2016), pero, intentando cumplir ese reto, conocí a Alexander y Yuriel. Con ellos llegué a Sancti Spiritus y seguí camino hacia Santa Clara y fue en ese tramo donde me picaron las hormigas, se me hinchó la cara hasta el punto que casi no podía abrir los ojos y acabé metida en un agujero bajo un puente.
A las nueve de la noche el autobús nos dejó en el centro de Sancti Spiritus, pero queríamos llegar a la autopista para hacer autoestop desde allí. Nos equivocamos y escogimos el camino largo y cuando ya estábamos cansados de caminar, llegamos por fin a la autopista justo para darnos cuenta de que ya era demasiado tarde para pedir botella y hacía demasiado frío para dormir en medio del campo. La mejor opción fueron unos hoyos bajo el puente que nos mantenían escondidos y abrigados del frío. No dormí nada. Incluso menos que en el baño público del lago Louise.
12. EL DÍA EN QUE CASI NO ME DESPIDO DE MI HERMANA
Una serie de malentendidos me llevó a esperar a mi hermana en el Vedado durante tres horas. No tenía teléfono y no podía comunicarme con ella. Además, ese día iban a trasladar las cenizas de Fidel hasta Santiago de Cuba y muchas calles de la Habana iban a estar cerradas. Si esperaba mucho más, iba a ser muy complicado llegar al aeropuerto.
Decidí pedir el móvil a un par de señores que esperaban el autobús. Me ayudaron más de lo que debían, hasta el punto de perder la guagua en una ciudad en que es posible que la próxima no vuelva a pasar en una hora. Gracias a ellos pude ponerme de acuerdo con mi hermana para seguir esperándola en el Vedado. Llegó subida a una moto porque en Guanabacoa ya habían dejado de circular incluso las máquinas. Nos abrazamos y dimos gracias de poder despedirnos.
La aventura no acabó allí. El autobús hacia el aeropuerto iba tan lleno que las puertas se cerraron sobre mi pie. Grité como una cubana pero con rabia española: «¡Chofeeeeeer, ostiaaaaa estás pillando mi pie jodeeeeer!» Fui causa de algunas risas, pero con el efecto deseado: La puerta cedió y mi pie se salvó. Finalmente llegamos al aeropuerto y me despedí de mi hermana con abrazos, besos y varias miradas hacia atrás para ver una manita agitándose bien alto. Cuando ya no la vi más, me escondí en el baño y lloré.
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Se puede decir que este 2016 se ha portado bien, ¿no?. Ha sido el comienzo de otro gran viaje, me he reencontrado con personas a las que quiero muchísimo, he enfrentado el miedo de viajar sola en autostop, he conocido a gente maravillosa y he acumulado algunas buenas anécdotas para contar a mis futuros sobrinos.
Muchísimas gracias 2016 y gracias a ti también por acompañarme en este periplo por América. Espero que el año que se acerca sigas viajando conmigo y que vivamos muchos momentos de los que podamos reírnos en el próximo recuento del año.[/su_column][/su_row]
¿Cuáles han sido tus mejores peores momentos del año?[su_divider top=»no» divider_color=»#dfc566″][/su_divider]
¿Qué anécdotas has vivido este 2016? Cuéntame alguna y así me entretengo mientras limpio los baños del cámping de Tulum en el que despido este año 2016. Como ves, en el Caribe no se vive tan bien… 😉
Marina Garcia dice
Cuba s’emporta casi casi la meitat del ranquing. Van ser un parell de mesos en els que van pasar moltes coses. Com be dius de lo dolent surt lo bo. Haber viscut en familia un viatge a Cuba ha sigut algo meravellos que mai hagues imaginat. Vols una anecdota mes per rematar el ranquing? O dues?
1. Viatjar amb la compañía Cubana de aviación, en un avio rus de fa 25 anys, sense aire acondicionat, amb retras de 3h per averia y personal incompetent que ni expliquen les mesures de seguretat.
2. Perdre el bus de Madrid-Barcelona perque tenía el rellotge retrassat y haber d’esperar 5h fins el proper bus amb places disponibles.
Per cert, ja estas pensant en nebots? No correm e! Molts petonets germana.
Irene Garcia dice
Marina, ets una mica gafe, no? Desde que ens hem separat la meva vida s’ha tornat més tranquila…
jajaja Ara de debò. Espero que ens podem reunir aviat, amb tú i el Gilberto per seguir vivint noves experiències junts.
Que tinguis una molt bona entrada d’any. Una abraáda fortíssima (de les que no t’agraden).
Joanfrancesc dice
Ha estat un any molt intens, no tens cap motiu de queixa, estas vivint la vida, que mes pots demanar, per mi el millor va ser la retrovada familiar a Cuba van ser els dies mes emotius que recordo. Gracies per ser com ets. Que tinguis un any 2017 ple de joia. Una abraçada enorme!!!
Irene Garcia dice
Gràcies! A veure si aquest any que s’aproxima ens reunim per centreamèrica o Mèxic. Comenceu a estalviar! Aprofiteu que estic per aquí per anar coneixent a poc a poc aquest continent 😉
Una abraçada gran i feliç any nou!
Cris Mdz dice
WOW!!! No te miento,estoy con un nudo en la garganta con tu post, me conmueves y me gusta. Quizá es que tuve la oportunidad de conocerte o quizá no sea eso, pero me gusta tu manera de contar y de acercarte tan real a quienes te leemos. En hora buena, cada vivencia tiene un aprendizaje y se queda en la experiencia, y en hora buena ninguna cosa paso a mayores. Que el año que esta por entrar continue fluyendo y poniendo en tu camino personas de paz y de bien, y también que en algún punto nos vuelva a encontrar. Saludos de Luis, Capulin y míos. Con cariño, Cris.
Irene Garcia dice
Ai Cris, la que me emocionas eres tú con este comentario. Una de las mejores cosas de este 2016 fue conocerte a ti y a Capulín. A ver si este año próximo conozco a Luís por el camino. Si me encontráis con el pulgar levantado al lado de la carretera parad eh! ;P
Un abrazo a los tres!