Hace ya 23 días que el Congreso de Taipei fue ocupado por un grupo de estudiantes que no ve con buenos ojos el tratado firmado entre China y su país. La movilización de los estudiantes quizás no ha conseguido que el Presidente Ma acepte sus demandas, pero ha llamado la atención de algunos jóvenes que, hasta ahora, lo que hiciera o dejara de hacer el Presidente no les causaba ni frío ni calor.
Ese es el caso de Tina, una estudiante de la Universidad de Taipei que, hasta que no vio a un grupo de jóvenes ocupando el Congreso, no se había percatado de que su país estaba estrechando sus lazos con su vecino. Sin embargo, ahora confiesa haber dormido una noche con los estudiantes y haberse quedado despierta hasta la madrugada para informarse sobre el desarrollo de la situación.
De la mano de Tina llegué a las puertas del Congreso y me quedé boquiabierta al ver lo bien que se ha organizado este grupo de estudiantes. Los jóvenes y las famílias (sí, hay hasta niños durmiendo en las tiendas) que acampan en frente de las puertas tienen acceso a baños públicos, wifi y cargadores de baterías.
También se organizan conciertos (con escenario, pantalla gigante y equipo de sonido incluidos), asambleas y proyecciones de documentales y películas. Se reparte café y tentempiés gratuitos entre la gente que se acerca a apoyar a los estudiantes e incluso hay médicos voluntarios y hasta un abogado que se ha ofrecido para representar a los líderes en caso de que el gobierno decida llevarlos a los juzgados.
Las tiendas de campaña están colocadas de manera organizada, formando pequeñas calles para permitir el paso de los grupos de estudiantes que, con bolsas de plástico y acompañados por la misma musiquita que caracteriza a los camiones de la basura de Taiwán, van reclamando a los acampados que reciclen sus desperdicios.
Aunque Tina me pasea entre las tiendas de campaña y los escenarios orgullosa de todo lo que han logrado crear en tan solo 23 días, confiesa sentirse también sorprendida de lo bien organizada que está siendo esta protesta. «Los taiwaneses somos cuidadosos y amables incluso para protestar» me dice entre risas.
Sin embargo, es evidente que el café, el wifi, los generadores de electricidad, los baños y las carpas no son gratis. En realidad los estudiantes están acumulando una deuda que pretenden pagar con las pequeñas donaciones que la gente haga durante la ocupación.
Es curioso, mi viaje por China finalizó con una protesta frente una reunión de líderes regionales. Hoy, mi estancia en Taiwán tiene su punto y final entre los manifestantes acampados frente el Congreso. Viendo a los grupos de estudiantes pidiendo democracia y soberanía para Taiwán con conciertos, asambleas y talleres, y con la policía rodeándolos y observándolos sin interferir en sus actividades, no puedo dejar de acordarme de cómo esa mujer de Quanzhou, vestida con un delantal que denunciaba los abusos de la policía, fue reducida por un grupo de diez hombres y secuestrada en una furgoneta anónima.
Hoy me ha quedado bien claro que Taiwán no es China, y ojalá no lo sea nunca.
Un reportatge fotogràfic genial! molt interessant…
Gràcies Uri 😉
Perquè no hi vau anar? Estava obert a tothom
Estaré més lluny en altura, però no en distància horitzontal 😉
Molt interesant! Aqui es va informar el primer dia de la ocupacio i no s’ha sabut res mes. Realment son organitzats els joves taiwanesos, a veure si aconsegueixen alguna cosa, Xina es molta Xina!
Em sembla que ja han marxat d’allà. Però ara el partit que governa té conflictes interns provocats per les protestes. Alguna cosa han aconseguit.