Vivo en el Caribe, frente a una laguna de aguas turquesas. Las flores de loto están desperezando sus pétalos, los tres perros de la casa persiguen una ardilla que salta ágilmente de palmera en palmera y la banda sonora de todo este paisaje es el silbido de los pájaros. Vivo en el paraíso y, sin embargo, siento que el estrés está brotando por cada poro de mi cuerpo.
Hace unos meses que estoy intentando ser nómada digital. Este último año leí a mucha gente alabar este estilo de vida. Parecía que vivir viajando cargando un ordenador lleno de proyectos era el nuevo paradigma laboral y yo quise unirme a él. Estaba cansada de trabajar para los proyectos de otros, así que decidí generar mis ingresos con un proyecto propio y desde entonces, siento que nado perdida en un mar de olas, aunque las aguas de la laguna que observo cada mañana evoquen todo lo contrario.
No es la primera vez que trabajo como freelance. Desde que dejé la universidad he hecho pequeñas incursiones en el trabajo autónomo, por lo que en el fondo ya sabía lo que me esperaba. Pero una peca de ingénua y cree que la experiencia es un grado, pero la realidad es que los autónomos siempre afrontaremos los mismos problemas (la experiencia nos ayuda a sortearlos de la mejor manera) y si a ellos les sumas las inconstancias de una vida itinerante, tenemos un cóctel explosivo asegurado. Hay que sufrir mucho para evitar que te explote en las manos.
No controlo mi tiempo
Elijo la hora que empiezo a trabajar, la hora a la que me voy a dormir; la hora en la que como y la hora en la que ceno, pero no mis fines de semana y mis vacaciones; porque aunque viva viajando y las fotos que subo en Facebook afirmen todo lo contrario, no vivo de vacaciones.
Mi padre se ríe cuando me quejo en voz alta (por mensajes de voz de whatsapp, claro) sobre todo el trabajo que tengo acumulado. «Pobrecita, qué pena me das», me dice con ironía. No le culpo, enviarle fotos de la salida del sol en Bacalar no me ayuda a hacerme comprender, pero la realidad es que llevo dos semanas en este lugar y lo único que he hecho es trabajar.
Qué pena, ¿verdad?Hay meses en los que no cobro nada
Llevo tres meses trabajado y aún no he visto ni un peso, ni un dólar y mucho menos ni un euro. Porque a veces los proyectos no se convierten en dinero de forma inmediata. Porque para algunos es suficiente pago un intercambio de alojamiento (y yo estoy suficientemente desesperada como para aceptarlo). Para otros el momento de pago depende de cuánto dinero dispongan en la cuenta, y otros compañeros freelance tan pringados como yo que se han convertido en mis clientes se encuentran en la misma situación que yo y no pueden pagar hasta que reciban el pago de su cliente.
El valor de mi trabajo es relativo
Por si eso no fuera suficiente, mi trabajo no se cotiza al alza todos los días. Con suerte he encontrado algunos clientes que han aceptado el primer presupuesto que les ofrecí sin regatear ni un céntimo. Tristemente, la mayoría han intentado regatear hasta casi la mitad y, los peores, incluso han puesto ellos el precio de mi trabajo sin ni siquiera preguntarme a mí primero.
Estos últimos son muy abundantes en el mundo de la corrección ortotipográfica y la creación de contenidos. Durante mis primeros trabajos como autónoma, llegúe a trabajar para algunas empresas por precios irrisorios que ahora me da vergüenza confesar, pero esa explotación laboral la acepté cuando aún no tomaba muy en serio lo que hacía, ni tenía que asegurarme el plato de comida todos los días.
Vivo con mi trabajo
Lo peor es cuando no me queda otra que aceptar el pago (o parte de este) en forma de trueque. Ahora mismo estoy trabajando para un hostal de Bacalar y parte del acuerdo de pago es a cambio de alojamiento y desayuno. ¿Qué tiene eso de malo? Aparentemente nada, pero se podría decir que vivo en mi oficina con mi cliente. ¿Qué tiene eso de malo? Todo.
Me cuesta desconectar y, aunque realmente este cliente no abusa de mi situación, es difícil no sobreexigirme ni sentir un extra de presión cuando vivo bajo el mismo techo que la persona para la que trabajo. Además, como vivo en su lugar de trabajo, parece que las reuniones pueden ser espontáneas y esporádicas. Si necesito algo con urgencia puedo pedírselo en cualquier momento que él esté por el hostal. En consecuencia, puedo tener una reunión durante la comida, a la noche antes de acostarme o en el atardecer. Hacer planes se vuelve un poco difícil a veces.
El ritmo caribeño
Los planes no son solo flexibles cuando vives en el lugar que te da de comer, sino cuando además lo haces en el Caribe.
Cuando llegué al hostal en el que debía crear su pagina web, ninguno de los empleados conocía el proyecto en el que iba a trabajar. Para unos era una huésped y para otros una voluntaria. No sabían cuál era mi lugar y, en consecuencia, yo tampoco. El dueño del hostal tardó en llegar un par de días, por lo que mi situación no se estabilizó hasta entonces y no pude comenzar a trabajar realmente en el proyecto hasta cuatro días más tarde, cuando nos reunimos para concretar los detalles. En total tuve cuatro días de vacaciones incómodas en las que no supe si debía disfrutar o intentar hacer ver que trabajaba.
Elegí aprovechar el tiempo buscando más oportunidades, por lo que durante estos cuatro días trabajé para cerrar un trato con otro hostal de la zona. Hasta que eso sucedió, hubo desplantes en reuniones, confirmaciones aplazadas y días de trabajo desperdiciados. Otra vez me sentí que estaba en unas vacaciones forzadas por la inestabilidad de los tratos en esta zona del mundo. Parece que yo no acabo de entender que realmente vivo de vacaciones.
La libertad del nómada digital
El estandarte de la libertad vende cualquier cosa. Bajo este también se alaba a la vida del nómada digital. Es la libertad lo que hace atractivo este estilo de vida y la que compensa todas sus oscuridades, dicen; pero la libertad es relativa, sobre todo cuando pones atención a todas las cosas de las que dependes: Me estreso cuando el wifi no funciona, me moriría si me roban el ordenador y el negocio se hunde si no recibo los pagos de mis clientes.
¿Soy libre? No. ¿Me siento más libre que trabajando en una empresa? Depende. Cuando trabajaba por cuenta ajena en Barcelona, no tenía que preocuparme por cuánto iba a cobrar a final de mes, ni por reuniones pospuestas infinitamente, ni por cerrar cierto número de tratos mensuales. Yo me levantaba cada mañana, hacía mi trabajo y me iba a casa. Eso era todo. El único problema es que odiaba ese trabajo y este tampoco me permitía llevar el estilo de vida que quería.
Vuelvo a preguntarme: ¿Soy libre? Y vuelvo a responderme: No. Pero soy más feliz. Aunque supongo que lo seré todavía más cuando aprenda a lidiar con los claroscuros de esta vida nómada que intenta ganarse el pan gracias al mundo digital. Cuando lo consiga, os contaré cómo lo he logrado. Mientrastanto, permitidme que diga bien alto que esta vida #NoEsLoQueCreí. Es el único desahogo que me queda, junto con las aguas mansas de la laguna de Bacalar.
#NoEsLoQueCrei
¿Tu vida nómada tampoco es como la imaginastes? Únete a esta queja y desahoga tus penas. Yo te escucho.
Lee el desahogo de Plan B Viajero > #NoEsLoQueCreí: Mi vida como nómada digital
Hola Irene, Gracias por compartir tu realidad y tu preguntas. Esos clientes tóxicos, todavía no puedo creer que te pongan ellos el precio a tu trabajo, hay que se descarado entre otras cosas.
Durante esta semana leí un articulo en elblogdeAnaMata(punto)com que se titula «Lo que Necesitas para Ganar Cien Mil Euros al año como Emprendedor» no te guíes por el nombre del articulo, pero si puedes léelo veras como Ana también es muy franca y directa y quizás puedas tomar algunos tips de ella.
Un Abrazo!
Hola Salomé!
Le echaré un ojo a ese artículo para ver si mejoro algunas cosas jaja Muchas gracias! 🙂
Un abrazo!
Wow, que bueno leer algo tan sincero entre tanto blog que empodera la vida nomade digital con el solo fin de vender cursos y ebooks!! Gracias por compartirlo 🙂
De nada Chana! Un gusto tenerte por aquí 🙂
Wow, me encanta totalmente tu post. A mi me esta pasando exactamente lo mismo por eso me siento tan identificada, yo sé que hay cosas buenas y malas, solo que muchas veces uno se enfoca más en lo malo que en lo bueno.
Hola Lupita!
Es que hay días en que lo malo pesa demasiado… Y hace falta un desahogo 😉 Suerte en el camino nómada!
Gracias por visibilizar esa parte que no se suele ver y que estar está como veo. En unos meses dejó atrás todo y me embarco a la aventura de «a ver qué pasa» y verlas venir. Jajaja. Las hostias me van a caer a pares pero dispuesto a aprender y crecer con ellas. Muchos ánimos! Abrazote! Josep
Gracias a ti Josep por pasarte por aquí y dejar huella. Mucha suerte con tu proyecto. Necesitarás paciencia y muchos ánimos así que te los deseo a kilos también 😉
Un abrazo!
Irene me encantó!! No es fácil… De hecho, es más fácil ilusionarse y soñar con toda la información que corre por las redes sociales trabajando con un compu desde una playa paradisíaca o la cama. Es más difícil de lo que parece y cuesta mucho, mucho, pero mucho trabajo. Sentí lo mismo que tú en varias ocasiones viajando por Colombia, por eso me encanta tanta honestidad en tus palabras. Un abrazo y ánimos! No olvides que este camino no está tan marcado y es más difícil que muchos otros. Un abrazote
Hola Lina!
Pues sí, hay que abrirse paso con machete, como en la selva 😉 Pero es gratificante ver los pasos que has dado tú solita. Sobre todo cuando hay gente que no deja de recordarte que no se puede 😉
Un abrazo!
El començament del teu post, el primer paragraf es de lo millor que has escrit mai, la descripcio del lloc que has fet es genial, Felicitats!!!
De la resta del post hem quedo en que ets Feliç!! La resta es la forma de vida que has volgut, aprofita mentres puguis escollir!!
Exagerat!!!
Ho he volgut, però aixó no treu que la vida freelance és difícil i molta gent intenta aprofitar-se del talent dels altres, sense valorar que els autònoms també paguem factures 😉
¡Cuánta razón en este artículo! Disfruta de ello. Y aquí mi «sí pero no»: nos pasamos media vida deseando lo de los demás (en este caso, en ser nómada digital) y cuando lo conseguimos…psss, cuando lo conseguimos acabamos despotricando de ello porque no era lo que esperábamos.
Nada es como lo esperamos así que para vivir tranquilo hace falta ser paciente. ¡Ánimo y a seguir viajando! Un besote.
Hola Bea!
Gracias por pasarte por aquí 🙂 Aún estoy un poco lejos de ser nómada digital (aún necesito buscar empleos «convencionales» para sobrevivir), pero esta entrada se debe para completar todas las ideas que corren por internet sobre este estilo de trabajo. No es fácil ni de color de rosa, y debería completarse su relato para que todo el mundo sepa en qué berenjenal se está metiendo cuando decide seguir ese camino.
Por supuesto, a muchos nos merece la pena 😉
Un abrazo!