Si aceptamos esta cita de Fernando Pessoa como cierta, entonces Calgary no es una ciudad aburrida de rascacielos construidos al azar, sino que yo soy una chica aburrida en una ciudad vibrante en un crecimiento inmobiliario que no alcanzo a comprender.
- En Calgary se celebra el rodeo más grande de Canadá y en él se regalan más de 200.000 tortitas.
- En esta ciudad se fabrica la peor cerveza con limón del mundo. (Este dato es menos subjetivo de lo que parece; aún no conozco a nadie que diga lo contrario).
- La comida local por excelencia es la hamburguesa. Incluso se celebra un festival en su honor.
- Calgary es la ciudad de Canadá con más horas de sol. Tiene 2.600 horas de sol al año (una media de 7 horas de sol al día).
- Puedes caminar 18 km sin salir a la calle. Hay pasillos aéreos que conectan todos los edificios del centro de la ciudad.
Como te decía, si Pessoa tiene razón, Calgary no es una ciudad aburrida, sino que ha tenido la mala suerte de encontrarse con una viajera que prefiere emocionarse con las vistas lejanas de las rocosas desde la cabina de un camión que con un horizonte de cemento liderado por una torre delgada y feucha.
A veces olvido que estoy en otro país. Canadá se ha convertido en una rutina, rota de vez en cuando por un viaje en autoestop y algunas escenas pintorescas que me recuerdan que a este país hay que vivirlo desde su naturaleza, porque si buscas otra cosa no la vas a encontrar.
La lengua (a excepción de Quebec), las tradiciones, el capitalismo, la pobreza y la situación de la cultura indígena reducida a unos cuantos territorios protegidos son los mismos que cualquier lugar de Norteamérica. La comida se basa en hamburguesas, pasteles de carne heredados de la gastronomía inglesa, carne de caza, bistecs, sopas y patatas fritas con ketchup (o con queso y salsa gravy y rebautizadas con el nombre de poutine). No hay sabores extraordinarios que no te recuerden a ningún otro lugar.
La gente es extremadamente amable o simplemente está sujeta a unas normas de convivencia rígidas que no quieren ni pueden romper. Por ejemplo, ayer me obligaron a cruzar la calle, a pesar de que no había un semáforo ni un paso de peatones. Paré en el borde de la acera para orientarme y un coche lo hizo también unos metros ante mí. Parece que hay una regla no escrita que declaraba que si yo no cruzaba la calle, el coche no podría continuar su camino, así que con un gesto enérgico y constante, el conductor me obligó a orientarme en la acera de enfrente.
Hace un tiempo leí en un perfil de Facebook un comentario de alguien que había decidido marcharse de Canadá antes de lo que tenía previsto. Pensé que algo muy malo le estaría ocurriendo a ese chico incapaz de disfrutar de un país habitado por osos, alces, ciervos, gatos salvajes, pelícanos… Ahora soy yo la que tengo la tentación de comprar un billete hacia algún lugar de latinoamérica para reencontrarme con un poco de alegría de vivir, con el libre albedrío, con los batidos de frutas y con algo que huela a diferencia. Pero aún me queda la esperanza de perseguir paisajes y eso es lo que hago en Calgary:
PRINCE’S ISLAND
Descubrí este parque mientras paseaba sin rumbo por la ciudad y, como siempre que encuentro algo sin buscarlo, se ha convertido en mi rincón favorito de la ciudad. Aunque parece que también es el de muchos calgarienses, pues mientras las calles del centro de la ciudad están casi vacías incluso en un día soleado, los caminos del parque siempre están animados por parejas, músicos, ciclistas y niños persiguiendo gansos.
INGLEWOOD: EL SANTUARIO DE LOS PÁJAROS
Después de caminar casi un par de horas persiguiendo la idea de un lugar lleno de vegetación espesa, llegué a algo más parecido a un descampado que a un santuario de pájaros. Aún así, seguí caminando un poco más y encontré un bosquecito atravesado por el río. Sin embargo, la mano humana en forma de vallas de hierro, fábricas, bancos y edificios seguía demasiado presente.
Una rapaz precipitándose en picado hacia el río y remontando el vuelo con un pescado entre las garras hizo que, a pesar de todo, la visita mereciera la pena.
SAINT PATRICK’S ISLAND
Detrás del fuerte se encuentra la hermana pequeña de Prince’s Island. En ella no hay tantos caminos, ni gente ni gansos, pero hay una pequeña playa de piedras cerca del río a la que los niños van a chapotear cuando la temperatura supera los veinte grados.
Yo fui a remojar los pies un día y, aunque el agua estaba helada, me quedé allí horas disfrutando de la alegría del día. Veinte grados en Canadá no se sienten todos los días.
CALGARY’S VICTORIA PARK
Este parque en el barrio Victoria recuerda a las plazas cuidadas y llenas de flores de Europa. Más que un parque es un memorial destinado a recordar a los canadienses que han luchado por su país. Además de tulipanes, abetos y fuentes, hay también una biblioteca pequeña pero tranquila a la que a mí me gusta ir de vez en cuando a actualizar el blog.
Algunos datos prácticos

- Un billete de autobús cuesta 3$ y dura 90 minutos
- El autobús número 300 conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad y no circula después de las 23h
- El hostal más barato es Wicked Hostel
- La calle más céntrica e histórica es Stephen Avenue
- No hay metro, pero el tren funciona como un tranvía, conectando varios barrios de la ciudad
Uff!! Parece que fue ayer en que seguianos tus preparativos y ya pasado 1 més, Me parece muy bien que te vayas acordando de Pessoa. Animo y a disfrutar. Buen viaje.
Más de un mes! El tiempo pasa volando 😉 Abrazo!
Jaja recorde mis primeros dias en Canadà, cruzando las calles, ese momento en que esperaba en que el coche pasara y nada que se movia, entonces entendi que era yo la que se tenia que mover porque si no ahi podia estar todo el dia jaja
Saludos desde Cancun! Aca tienes tu casa por supuesto!
La verdad es que es todo un chocque cultural cruzar la calle en Canadá jajaja Voy a pasar por Cancun segurísimo, así que nos vemos allí 🙂
Qué bueno los cambios de ánimo! y si, a permitirse, Tambien me imagino Canadá a puro aire libre!.Gracias por ilustrarnos un poco!..Buen camino! y cuando estes mas cerca, te esperamos en casa para lo que gustes!! Besote!!
Gracias Daniela! Qué ganas tengo de ir para el sur, aunque de momento disfruto del aire libre de Canadá. Es pura magia.
Un abrazo!
jajajaja que risa con lo de que te obligaron a cruzar la calle! Me lo creo totalmente! Nosotros no estuvimos en Calgary pero si que guardamos un bonito recuerdo del país, quizá porque de algun modo fue el primero de la vuelta al mundo, no se… pero sí, Canadá es naturaleza y aire libre más que ciudades. Aunque Vancouver… ya me contarás que te pareció, nosotros totally in love! 😛
Un abrazo!
A mí también me dio la risa, después de que se me pasara el estado de perpejlidad. Aún me queda un buen trocito hasta Vancouver, pero todo el mundo me habla muy bien de esa ciudad. De momento tengo muchísimas ganas de conocer las rocosas y los paisajes de British Columbia. A ver si están a la altura de lo que me cuentan…
Un abrazo!!