Viajar a Vietnam por tu cuenta es bastante fácil: Los lugares están bien conectados por carretera, hay tours muy interesantes y es sencillo contratarlos desde internet o en las agencias turísticas.
· Además, ahora ya se puede viajar a Vietnam desde España. Las fronteras están abiertas si tienes la pauta completa de vacunación contra el Covid-19.
Si este será tu destino en tus próximas vacaciones, apunta la info que encontrarás en esta guía para organizar tu viaje.
Guía para viajar a Vietnam por libre
· Visado para viajar a Vietnam
Hay dos formas de conseguir el visado para visitar Vietnam según cómo llegues al país.
Si vas a volar a Vietnam, debes hacerlo de una forma; si llegas por tierra, de otra. Yo voy a explicarte la forma de conseguir el visado entrando por tierra, la única que conozco.
Lo más fácil y barato es hacer el visado en Sihanoukville (Camboya). Pedir el visado en el consulado de Vietnam de Sihanoukville es muy sencillo: Solo necesitas 60$, una fotografía tamaño carné con fondo blanco, rellenar el formulario y 20 minutos de tu tiempo.
En el mismo día tendrás el visado para Vietnam. Eso sí, deberás tener clara la fecha en la que quieres entrar al país, porque el visado será válido para treinta días a partir de esa misma fecha.
La direccion del consulado de Vietnam en Sihanoukville es 310, Ekareach Blvd, Khan Mittapheap. Es fácil llegar caminando o en mototaxi.
· Dinero en Vietnam
La moneda de Vietnam es el dong. Para mí uno de los billetes más bonitos que he visto hasta ahora.
En casi todas partes hay ATM desde donde se puede sacar dinero sin pagar ninguna comisión. Algunos bancos piden 20000 dongs para sacar dinero de ellos, pero son minoría, así que para viajar en Vietnam no necesitas cargar con mucho efectivo.
· Enchufe para viajar a Vietnam
Para tus vacaciones en Vietnam necesitarás un enchufe europeo.
· Mejor época para viajar a Vietnam por tu cuenta
Yo llegué a Vietnam en Noviembre, cuando dos tifones amenazaban el norte y centro del país. Resulta que de julio a noviembre los tifones visitan Vietnam y yo no lo sabía. Tuve la suerte de no encontrarme cara a cara con uno, pero sí que tuve que adaptar mis planes según las previsiones del tiempo.
De octubre a marzo, las temperaturas son frías y lluviosas en el norte de Vietnam, mientras que el sur es más caluroso y soleado. Y de abril a octubre hace calor en la mayor parte del país.
En conclusión, si buscas calor y buen tiempo, el mejor mes para viajar a vietnam por tu cuenta es de abril a septiembre. Si quieres ir de vacaciones a Vietnam en invierno (de diciembre a marzo), prepara ropa de abrigo en tu mochila, sobre todo si quieres visitar Sapa.
· Vuelos baratos a Vietnam
Para ir a Vietnam puedes volar a Hanoi o Ho Chi Minh.
También se puede cruzar la frontera con China (Hekou – Lao Cai), cualquiera de las fronteras con Laos o, como hice yo, cruzar la frontera con Camboya.
· Alojamiento en Vietnam
En la mayoría de lugares puedes alojarte por 3$ o 4$ la noche en dormitorios, excepto en Hanoi y Hoi An, donde es difícil encontrar algo por debajo de los 6$. A partir de 15$ puedes encontrar habitaciones privadas.
Aquí puedes reservar el alojamiento de tu viaje a Vietnam.
· Cómo viajar a Vietnam por tu cuenta en transporte público
Viajar por Vietnam es fácil. Por lo menos el acceso a los lugares más turísticos del país es fácil en transporte público. Estos son los medios de transporte con los que te puedes mover:
Bus
La mejor manera de viajar a Vietnam por tu cuenta es en bus. No es demasiado cómoda, sobre todo si viajas de noche, pero es barata y fácil.
Todas las ciudades y pueblos de Vietnam están conectados por autobuses, así que con este medio de transporte puedes llegar casi a cualquier parte del país.
Como en muchos otros países del Sudeste Asiático, para viajar a Vietnam por tu cuenta tendrás que pelear para que no te suban el precio por ser extranjera. Si quieres evitar eso, intenta comprar el billete en la estación siempre que puedas.
Los autobuses nocturnos tienen asientos reclinados en los que no vas a caber si mides más de un metro setenta y cinco (yo cabía justita). Ponen el aire acondicionado incluso en invierno y los conducen a la velocidad de la luz, pero cubren largas distancias y no son caros.
Mototaxi
Cuando llegas a una ciudad en la que no sabes dónde estás ni a dónde ir, siempre podrás recurrir a un mototaxi. Recuerda que si viajas a Vietnam por tu cuenta, debes regatear el precio.
Motocicleta
Es muy popular entre los viajeros que quieren recorrer Vietnam por libre comprar una vieja motocicleta en Camboya o Laos, recorrer el país entero con ella y venderla antes de salir del país.
Si no tienes el presupuesto ni el sentido de la aventura para recorrer Vietnam de esta forma, puedes alquilar motocicletas por 4$ en cada una de las ciudades que visites y explorar los alrededores con ella.
Bicicleta
Si prefieres moverte en bicicleta, en todas las ciudades podrás alquilar una por 30000 dongs para recorrer los alrededores.
· ¿Es seguro viajar a Vietnam por tu cuenta?
Viajar sola a Vietnam de forma segura es perfectamente posible. Yo viajé sola desde Ho chi Minh hasta Hanoi, por tierra, durante un mes y fue una buenísima experiencia.
Muchos viajeros se quejan de la agresividad de algunos vendedores de billetes de autobús, conductores y agentes de viaje, que suben los precios de forma desorbitada y no permiten ningún margen de regateo.
Yo, la verdad, no me encontré con ningún tipo de situación desagradable, pero sí que hay que ir cargada de paciencia para regatear los precios y asumir que seguramente siempre estarás pagando un poquito más que los vietnamitas.
¿Es necesario un seguro de viajes?
En Hanoi necesité asistencia médica un día. Por suerte contaba con este seguro de viajes y no tuve que preocuparme de nada, porque con la barrera lingüística y el tráfico de locos habría sido difícil espabilarme por mi cuenta.
Vietnam parece pequeño sobre el mapa, pero hay muchos lugares que ver. Un viaje a Vietnam de 15 días por libre es posible, pero honestamente creo que se queda corto. Si puedes poner unos días más y alargarlo a 20, podrás conocer los lugares mejor y a un ritmo más pausado.
De todos modos, esta es la ruta de mi viaje a Vietnam que se puede hacer en quince días perfectamente:
- Bus aeropuerto ida y vuelta: 2€
- Visado: 57€
GASTOS DIARIOS:
- Transporte: Desde 4€ aprox
- Habitación con baño privado: desde 10€
- Desayuno: 1€
- Comida: 2€
- Cerveza: 0,10€
- Cena: 2€
- Total 15 días: 286,50€
EXCURSIONES (OPCIONAL):
Durante mi viaje, solo hice el paseo en barco por la bahía de Halong, pero si quieres sacarle más partido a tu recorrido por Vietnam, puedes echarle un ojo a estos tours:
TOTAL 15 días: 821,5€*
*Este presupuesto incluye vuelos, visados y seguro. Y le añadiría unos 20€ para propinas y algunos extras.
Cumpleaños en Vietnam
Iba a escribir una entrada sobre cómo cruzar la frontera entre Camboya y Vietnam, pero no me apetece escribir sobre este tema el día de mi cumpleaños. En vez de ello estoy soltando un discurso para intentar entender por qué estoy cometiendo la idiotez de sentirme triste un día como hoy.
Un cumpleaños en Vietnam no es nada extraordinario. He salido a pasear, a comprar huevos para la tortilla de patatas y un pastel para compartirlo con Annie, la chica que me aloja en Ho Chi Minh. Al llegar al apartamento he decidido que estaba harta de coches, calor y humedad, así que me he quedado en el piso, preparando la mochila y averiguando cuál será mi siguiente paso en Vietnam.
Un cumpleaños en Vietnam no es diferente a uno en Sabadell. Quizás la única diferencia es que echo de menos a alguna gente que me gustaría tener cerca.
Mi aniversario no ha tenido velas, ni fiesta, ni música, ni he estado rodeada de amigos y familia. En vez de eso he compartido la cena con una chica a la que conozco hace dos días, con el fondo musical de Ho Chi Minh (bocinas, sirenas, motores y voces) y un regalo inesperado de Annie: un batido de oreo.
Y mientras suelto este discurso me doy cuenta de que mañana cumplo cinco meses en ruta. Muchos aniversarios juntos y, ahora que lo pienso, tengo el mejor regalo que nunca habría imaginado: estoy en Vietnam y cada día es diferente.
Mui Ne o la versión rusa de Vietnam
Llegué a Vietnam hace 9 días. Mi primera parada fue Can Tho. Allí no hay grandes paisajes, ni templos ni pagodas, pero hay un gran mercado local y gente amable que me invita a zumo de caña de azúcar. Si a esto le añadimos una anfitriona como Ngoc Anh, Can Tho fue la mejor introducción a Vietnam.
Luego llegué a Ho Chi Minh (HCMC para los amigos) y me encontré con una ciudad llena de motocicletas, aprendí a cruzar la calle como un local, probé platos cuyos ingredientes aún desconozco, descubrí cómo los habitantes de Cu Chi sobrevivieron a la guerra; una vendedora de fruta me contó que su novio jemer le pide dinero para mantener a sus dos mujeres jemeres, aprendí a hacer rollitos de primavera y me quedé impresionada de la maestría de los vietnamitas jugando a la indiaca.
Ahora estoy en Mui Ne y no hay vecinas contándome su vida, ni anfitrionas enseñándome a cocinar comida vietnamita. En vez de eso tengo una playa ocupada por bungalows y hoteles de cinco estrellas (para bañarme en el mar he tenido que hacerme pasar por una turista adinerada y colarme en un resort) y, como vecinos, a turistas rusos con la piel saturada de sol.
En un lugar donde los vietnamitas han aprendido a hablar ruso y donde los menús y carteles están adaptados a esa lengua, no es fácil mezclarse con los locales. Hoy he intentado comer com tam en un puesto callejero y el vendedor me ha dicho que no con la cabeza, aún no sé si la negación significaba «es demasiado tarde para comer» o «ve a comer con los tuyos, turista; ve a un restaurante». Finalmente he encontrado a una señora que me ha vendido un bocadillo y así he podido evitar los restaurantes de pescado y marisco.
Me he quedado un día en este pueblo intentando entender por qué Annie me lo recomendó. No tengo una respuesta clara. La playa no es tan bonita y su acceso no es fącil si te alojas en un hostal al otro lado de la carretera.
¿Será por el paisaje? Detrás de mi hostal hay unas montañas de arena que ya he visto antes en algunas playas de Tarragona y las dunas, sinceramente, no las he visto, pero mis vecinos de habitación no quedaron muy impresionados por ellas.
Sigo sin entender por qué Mui Ne atrae a los rusos, y mucho menos a los locales, pero no quiero invertir más días en averiguarlo. Mañana voy a Hoi An. Si no escribo en unos días es porqué estaré recuperándome de 17 horas de autobús o estaré disfrutando de la ciudad. Espero que sea por la segunda opción.
Hoi An: Escenario de un diluvio
Llegué a Hoi An a las 6 de la mañana, cuando recién empezaba el diluvio universal. No tenía nada reservado, como siempre, y no sabía ni dónde estaba. Empezar a buscar un hostal con esa lluvia no me apetecía demasiado, así que acepté la mejor oferta que me ofrecieron nada más poner un pie en Hoi An: un dormitorio de 7$
Esperé a que cesara la lluvia mientras me hartaba a panqueques, tortilla, fruta, ensalada y cereales en el hotel. Esperé a que la lluvia aflojara mientras me reía de los turistas que, con un chubasquero, se lanzaban a caminar contra el viento. Oí que la lluvia se quedaría en Hoi An una semana, cogí mi chubasquero rosa y también me lancé a la calle en busca de un billete para Ninh Binh al día siguiente.
Había llegado hace unas horas pero Hoi An y yo aún no nos conocíamos. Sus callejuelas me atraparon y no me importó que en mis pantalones no cupiera ni una gota más de agua. Caminé por Hoi An sin mapa ni cámara de fotos, así que tendré que esforzarme para describirte esta ciudad.
Si has estado en Port Aventura será fácil para ti imaginarte Hoi An cuando te diga que sería el escenario perfecto de Vietnam. Si no has estado en Port Aventura, te podrás hacer una idea del centro histórico de Hoi An imaginándote un montón de casitas amarillas con tejados enmohecidos y separadas por pequeñas calluejelas.
Imagínate también tiendas de recuerdos y restaurantes y, de fondo, un hilo musical: cualquier música que te suene a extremo oriente. Esto es Hoi An, y, aunque muchas veces me he quejado en este blog de la personalidad insoportable de las ciudades extremadamente turísticas, tengo que confesar que, a pesar de la lluvia, el viento, las tiendas de recuerdos, los restaurantes, los grupos de turistas, las entradas para entrar en los templos… Hoi An me pareció encantadora.
Me gustó imaginarme formando parte de una película de época mientras paseaba por sus calles. Me gustó también encontrarme por la noche a Hoi An decorada con faroles de colores. Y me gustó aún más recorrerla sin mapas y sin cámara, sin pensar en cómo fotografiarla. Me gustó no haber visto imágenes de la ciudad antes de llegar a ella, llevarme una sorpresa al salir del hotel con un simple chubasquero y no desear volver aunque cayeran cubos de agua desde el cielo.
Es una pena que nos hubiéramos conocido en esas circunstancias. Llegué a dudar de mi decisión de marcharme al día siguiente, pero el tiempo no parecía mejorar, sobre todo cuando al día siguiente me desperté y encontré la calle así:
A causa de las inundaciones se anularon los autobuses que viajaban hacia el sur de Vietnam. Yo iba hacia el norte, pero mi hotel se encontraba en medio de la zona inundada y el autobús no podía recogerme. Para salir de Hoi An tuve que ponerme otra vez el chubasquero rosa, cargar la mochila y apañármelas para encoger mis pantalones hasta los muslos.
Después de caminar unos 15 minutos por la calle inundada, perderme y preguntar la dirección a los locales que me miraban divertidos desde sus casas, llegué a la estación de autobuses.
Ahora estoy en Ninh Binh, en un dormitorio de 3$ la noche y no he visto ninguna gota de lluvia. En esta ciudad no hay tiendas de recuerdos, ni faroles, ni suena música en las calles; pero hay niños que saludan de camino a la escuela y agencias de turismo que aún no han aprendido cómo estafar a los turistas: Un chico, después de decirle que su billete a Cat Ba me parecía caro (400.000 dongs), me ha recomendado que cogiera el autobús público, «solo son 90.000». Es la primera vez en todo el viaje que una agencia turística me explica cómo llegar a los sitios como un local.
Evidentemente, me he quedado sin palabras, tal y como dicen que me quedaré mañana, cuando alquile una bicicleta y recorra los alrededores de Ninh Binh.
Viaje onírico a la bahía de Halong
Hace tres años me encontraba en una encrucijada. Con un título de Humanidades en mis manos me planteé dos opciones: continuar mis estudios con un máster o buscar un trabajo. Pasé varios meses preguntándome qué debía hacer. No me sentía preparada para pelearme por un puesto de trabajo ahora que la crisis lo ponía difícil. También me daba miedo gastar mis ahorros en continuar mis estudios para, un año más tarde, estar en la misma situación.
Durante esa época soñé que, con una barquita, navegaba entre montañas que crecían en el mar y desaparecían en la niebla. No recordaba qué me había llevado hasta aquí ni en qué lugar me encontraba. Recuerdo, sin embargo, que me desperté con la sensación de que algún día estaría allí. Intuí que quizás mi camino era llegar hasta ese paisaje, que eso es lo que debía hacer. Pero era solo una sensación, no una idea ni mucho menos una certeza, así que archivé ese sueño en algún rinconcito de mi cerebro y me fui a Madrid, a estudiar un máster de edición.
Un año después no me encontraba en ninguna encrucijada, pero sí que se me presentaba un reto: encontrar un trabajo en un sector en crisis permanente. Después de un año de varios trabajos mal pagados (algunos incluso no pagados), preparé la mochila y me largué a Asia. Si seguís el blog ya sabéis la historia: cinco meses de viaje a través de Indonesia, Singapur, Malasia, Myanmar, Tailandia, Laos y Camboya.
Ahora me encuentro en Vietnam, concretamente en la isla de Cat Ba, y ayer estuve navegando entre montañas que crecen en el mar y desaparecen en la niebla.
Los detalles variaban. La barquita era un barco de tamaño mediano en el que, además de la tripulación, viajábamos ocho extranjeros. La luz, el paisaje, el remor del mar, la brisa y la sensación de paz eran los mismos.
Cuando preparaba este viaje me planteé en varias ocasiones la posibilidad de que este fuera el camino fácil; una huida a lo que debía hacer después de finalizar mis estudios: trabajar, pagar un alquiler… Esta duda me ha acompañado algunos días durante el viaje. Pero mientras recorría la bahía y me escurría entre las rocas, supe que el año en Madrid y los trabajos mal pagados habían sido una excusa. Quizás he escogido el camino más largo, pero finalmente estoy haciendo aquello con lo que he soñado: viajar.